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Capítulo 7. Nunca

Gina

Solo quedaban algunos días para mi fiesta de compromiso, pero primero debía enfocarme en el desfile que tenía para la marca Lombardi. No pude dormir bien, mucho menos después de aquella nota. Era amenazante y algo psicópata. Pensé en comentarle a Camilo, sin embargo, quizá solo exageraba el asunto, así que me guardé aquello para mí.

—¿Ojeras? —cuestionó Deyna.

Por cierto, se veía más fresca que una lechuga.

—No dormí bien —mascullé—. Al parecer, el diablo me está acechando.

Deyna movió los labios con nerviosismo y pude ver una pequeña marca en ellos. Allí supe que estuvo con él.

—Stevens, ¿dónde estás? —Observé a Paolo, el diseñador, quien se encontraba más que estresado con todo aquel evento.

Me puse de pie y caminé hacia la pasarela, desamarré la bata y dejé que esta se deslizara por mi cuerpo cuando comencé a modelar. Paolo estaba fascinado; siempre realzaba la belleza que él destacaba en mí. No me consideraba hermosa, pero me sentía a gusto conmigo misma. Mi estatus como modelo me confirmaba que no necesitaba ser perfecta, solo ser yo misma.

—Bravo, bravo —aplaudió Paolo con exagerado entusiasmo—. Ya sé por qué Camilo bota la baba por ti.

No pude evitar reírme ante su comentario.

—Solo soy yo, y lo sabes.

Convocó a todas las modelos a su alrededor.

Yo siempre era la única que resaltaba. Cabe destacar que era la única plus size.

Todas, sin excepción, eran perfectas.

—Les pido, por favor, que descansen bien y no coman de más. —Me contempló—. Ni tomen como locas. Sus cuerpos estarán expuestos en este desfile, así que cuídenlo. —Todas asentimos.

Era nuestro trabajo lucir lo mejor posible.

—¿Irás a casa? —preguntó Deyna cuando me disponía a ir a los vestidores.

—Coordinaré algunas cosas de la fiesta y luego iré a casa. ¿Por qué? —indagué con curiosidad.

—Algunas personas importantes quieren conocerte y pensé que hoy sería un buen día.

La miré con desconfianza, pero sabía que debía bajar la guardia.

—Claro. Me cambio y nos vamos.

Me regaló una sonrisa que no entendí en ese instante.

***

Nos dirigimos a una de las áreas más exclusivas de toda Italia. Por un momento pensé en decirle a mi representante que me había arrepentido, pero era una profesional y conocer personas importantes era lo que siempre hacía. Con simpleza, puse buena cara, la cual cambio drásticamente cuando el vehículo se detuvo y vi hacia dónde nos dirigíamos.

—¿Qué hacemos aquí, Deyna? —Comenzaba a sentir cómo la sangre se me calentaba.

—No lo hagas más difícil, solo habla con él. No hagas que usemos la fuerza.

Me pasé la mano por el cabello y la observé, enfurecida.

¿Qué demonios me decía? ¿Usarían la fuerza? No podía creerlo.

El majestuoso edificio Lombardi apareció ante mis ojos. Mientras caminaba escoltada y con Deyna pisándome los talones, más acelerada sentía la respiración. Estaba en territorio enemigo. Aquí estaba vulnerable y expuesta a merced de un hombre del cual solo escuché cosas turbias.

Empecé a sentirme asustada, pero no se lo demostraría.

Nunca le daría el gusto a aquel hombre de ver cómo me afectaba su presencia.