Capítulo 36. Me estoy enamorando

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Alessio 

Escuchaba Dark Obsession, una canción de una banda poco conocida que empezaba a despegar y que yo patrocinaba. Su música era buena. Nunca invertía en nada que no pudiese darme ganancias, aunque con ella comenzaba a sentir que estaba perdiendo. Cerré los ojos y me imaginé quitándole aquel vestido blanco. Mi pene no tardó en reaccionar ante aquel pensamiento.

¿Qué demonios haces conmigo, Gina? me pregunté a mí mismo.

La pantalla de mi móvil se iluminó.

Lo levanté con poco gusto, porque ¿a quién demonios se le ocurría escribir a estas horas de la noche? Pero cuando vi el nombre en la pantalla, todo se detuvo y mi respiración se cortó. El móvil estuvo a punto de resbalar de mi mano; lo sostuve con firmeza. Me debatía entre abrirlo o no. A fin de cuentas, la curiosidad venció y nunca me imaginé lo que encontraría al desbloquear la pantalla. Comencé a reproducir el vídeo. Todas mis pulsaciones comenzaron acelerarse. No podía creer lo que veía y ni siquiera que ella se había atrevido.

—Esto es solo para ti. —Se vino y soltó un grito de placer.

No pude soportarlo. Me coloqué una playera, me calcé unos tenis, agarré las llaves del auto y me dirigí a su casa.

***

Las luces del segundo piso estaban encendidas y supe que estaba despierta. Sopesé si entrar o no, pero quedarme de pie mirando la casa a estas horas de la noche no era una opción. Sabía dónde guardaba la llave de repuesto y así fue como pude entrar a su vivienda aquella vez. Rebuscando entre los arbustos, la encontré. Abrí la puerta despacio sin hacer ruido, dejé la llave sobre la mesa de la entrada y subí los escalones con sigilo.

Podía escuchar la ducha. La puerta del baño se encontraba abierta. Me quedé paralizado al mirar a través de aquel cristal ahumado la silueta de Gina. Era voluptuosa, pero no tenía nada que envidiarle a las modelos talla cero. Su cuerpo parecía haber sido esculpido por los dioses. Me quité la ropa despacio —ni siquiera se percató de mi presencia— y entré con ella en esa bañera.

—¿Me esperabas?

Saltó, impresionada. La agarré de la cintura y visualicé su cuerpo enjabonado. No dijo nada, solo se quedó en silencio, entonces giró y me besó.

Era la primera vez que Gina tomaba la iniciativa. Sus labios se sentían como algodón suave sobre mi boca. La besé otras veces y sentí aquella suavidad, pero hoy se sentía distinto. El agua de la bañera nos mojaba mientras aquel beso se hacía cada vez más intenso. Tomó mi labio inferior con sus dientes y succionó el superior con sus labios. La tomé por las nalgas y la cargué sobre mis caderas. Besé su cuello, su rostro y sus ojos. Rocé su coño con mi cuerpo mojado, haciéndola gemir. Se bajó de mis caderas y se colocó de rodillas frente a mí.

—Ahora... —me contempló con seducción y pasé el pulgar por sus labios enrojecidos. Agarró mi pene con sus manos— voy a comerme esto que es mío.

Mi pene se perdió en su boca y contuve la respiración.

Hizo círculos con su lengua sobre mi punta y entró la punta en el pequeño orificio por donde eyaculaba. Aquella fue una sensación indescriptible. Cuando recorrió toda mi longitud con su lengua, pensé que colapsaría. La agarré del cabello con suavidad y comencé a hacer movimientos lentos con su cabeza. Levantó la mirada y me observó como la maldita diosa que era. Iba a venirme, en cualquier momento explotaría, pero ella se detuvo como si anticipara eso.

—Todavía no —murmuró.

Se incorporó, se metió bajo la ducha y movió sus caderas. Tuve que morderme el interior de la mejilla para no correrme allí mismo.

Salimos de allí, mojados, camino a lo que imaginaba que era su habitación. Gina comenzó a gatear sobre la cama, luego se dejó caer sobre ella y abrió las piernas. Las gotas de agua sobre su piel eran lo más sexi y caliente que habían visto mis ojos. Su coño abierto a mi merced era la fantasía más excitante de toda mi vida, pero fui precavido. Ella estaba intacta y no sabía si llegó el momento de reclamar aquel premio.

—Frótalo sobre mi coño —demandó.

La miré con sorpresa porque no sabía cómo soportaría el no poder penetrarla.

Me coloqué encima de ella, pasé las yemas de mis dedos por sus pechos y volví a meterlos en mi boca. Besé su cintura y bajé con suavidad por su bajo vientre. Dilataba el tiempo. Estaba a punto de explotar. Sabía que Gina ni siquiera se daba cuenta de que me tenía a sus pies, de que podía hacer lo que quisiera conmigo, pues ella se convertía en mi mundo.

Agarré mi pene con firmeza, comencé a frotar su clítoris y rocé su entrada. Mi respiración se aceleró y tuve que apretar los dientes con fuerza, dado que era demasiado tentador y me moría por entrar en ella. Gina arqueaba la espalda y hacía movimientos con sus caderas que me tenían a punto de enloquecer. Me froté cada vez más acelerado y besé sus labios cuando empecé a venirme. Gina soltó un grito tan fuerte, que agradecía lo distantes que se encontraban las casas en esta parte de la ciudad.

La respiración de Gina se volvió pesada con rapidez. Allí supe que se había quedado dormida. No estaba en sus cinco sentidos, pero aun así no pude resistirme a tenerla y no me arrepentía. Mañana, cuando despertara, me odiaría aún más, así que me permití contemplarla por un par de segundos. Aparté un mechón que se pegó a sus labios y no pude evitar besarlos. Era demasiado hermosa y perfecta. Yo estaba demasiado jodido.

—No podré dejarte en paz —afirmé, aunque ella no pudiera escucharme.

Me vestí y salí de aquella recámara con la certeza de que me enamoraba de esta mujer.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora