Gina
No podría soportar esperar hasta la hora de salida. Tenía unas ganas inmensas de ver a Alessio. Necesitaba sentirlo cerca de mí. Aquello era una locura y no razonaba las cosas, pero ya estaba metida en esto. Decidí confiar en él. El solo pensar que era suya me hacía sentir como una maldita diosa.
—Veo que tienes prisa.
Me colgué la cartera al hombro y me giré para enfrentarla.
—Voy a comer —resollé e intenté marcharme.
—Con él, ¿verdad?
Pensé con calma mis siguientes palabras, mas no iba a permitir que ella me intimidara.
—Supéralo, Catalina —mascullé—. Él es mío ahora.
Separó los labios, pero los volvió a juntar y aproveché para salir de aquella habitación. No sabía cuáles eran las intenciones de esa mujer. Sin embargo, al aparecer, uno de sus objetivos era intentar fastidiarme. Se metió con la persona equivocada. Pasé mi vida defendiendo quién soy. Cuando me adueñaba de algo, había que luchar contra mí para poder quitármelo.
Respiré profundo y entré en el edificio. Crista, la asistente administrativa, me miró, extrañada, cuando me detuve frente a ella. Estaba nerviosa y asustada. No sabía qué esperar.
Alessio usó en más de una ocasión aquella oficina para sus asuntos y me aterraba el hecho de quizás encontrar alguna sorpresa desagradable, pero decidí apartar esos pensamientos de mi cabeza.
—Señorita Stevens —saludó con una amplia sonrisa.
—Hola, Crista. Alessio, digo, ¿el señor Lombardi está en su oficina?
—Sí —contestó algo dudosa.
—¿Podrías decirle que estoy aquí? —le pedí con amabilidad.
—Crista —lo escuché llamarla mientras salía de su oficina. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, su rostro se iluminó—. Nos veremos en la tarde. —Me agarró de la cintura y dejó un beso sobre mis labios—. Crista —ella lo observó con mucha atención—, de ahora en adelante no tienes que anunciar a la señorita Stevens. Por favor, pide comida y una botella de vino.
Contemplé a Crista, avergonzada. Me regaló una pícara mirada.
Alessio me besó con pasión en cuanto estuvimos en la privacidad de su oficina. Sus manos se deslizaron por debajo de mi blusa y mis pezones no tardaron en ponerse duros. No obstante, no quería perder el control aquí. Habían pasado muchas cosas en esta oficina, cosas que, aunque quisiera, no podía ignorar. Quería romper aquel patrón y demostrarle a Alessio que yo valía mucho más.
—Aquí no, amor —manifesté con sutileza.
Apartó sus manos de mis pechos y me dio un corto beso.
—Entiendo. —Se acomodó en su silla—. Entonces ven y siéntate aquí —señaló sus piernas.
—Alessio, ¿y si entra alguien? —inquirí algo apenada.
—Eres mi mujer. —Su mirada fue intensa al pronunciar esas palabras.
No pude resistirme y caminé hacia él, me acomodé sobre sus piernas y acaricié su rostro. El verde de sus luceros era como mirar al cielo y la forma de sus labios una maldita tentación.
Alessio podía presumir de su belleza. Aquellos tatuajes solo le regalaban un aire de chico malo, un papel que realmente le quedaba perfecto.
—Eres hermoso —dije sin detenerme a pensar en mis palabras.
Me escudriñó con tanta intensidad, que pensé que no iba a poder cumplir mi promesa de no hacer nada en esta oficina, pero el teléfono me salvó de la situación.
—Señor Lombardi, la señorita Deyna está aquí y dice que debe entregarle unos informes. —Alessio me miró con incomodidad—. Dice que es muy importante, señor.
Traté de levantarme, pero él me lo impidió.
—No, quédate aquí—demandó.
—¿Señor? —cuestionó Crista.
—No era a ti, Crista. Hazla pasar.
Me quedé allí a regañadientes. Deyna hizo su entrada. Su rostro lo decía todo: el panorama la tomó por sorpresa. Pude ver el enojo arribar en él. Al parecer, mi presencia fue una daga filosa para ella.
—Señor Lombardi, señorita Stevens —habló con falsa amabilidad. Forcé una maldita sonrisa solo por decencia. Esa perra no merecía nada—. Aquí está la información sobre las nuevas modelos. Sabía que era urgente por lo del próximo desfile.
Intenté erguirme, pero Alessio me sostuvo con firmeza, cosa que no pasó desapercibida para ella. Apretó las manos en puños.
—Las estudiaré. —Alessio hizo las carpetas a un lado y posó su atención en mí—. Si necesito algo más, te dejaré saber con Crista —agregó cortante.
Deyna giró sobre sus talones y salió de la oficina.
Escudriñé a Alessio, interrogante, porque no quería sorpresas. Agarré las carpetas de las modelos y las tiré a la basura. Su mirada fue indescifrable. No me confiaba. Cualquier mujer que viniera de ella seguro estaba avisada y más que conscientes de los deseos de su jefe... Antiguos deseos, mejor dicho, ya que ahora yo era su única fantasía.
—De ahora en adelante quiero que las nuevas modelos vengan a entrevistarse aquí —ordené con mucha seriedad—. No confío en esa mujer.
Alessio asintió.
Esperaba que Deyna no intentara cruzarse en mi camino, pues usaría mi poder para apartarla de él.
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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en Amazon
RomanceGina Stevens es una modelo curvy estadounidense que ha escalado por su cuenta. Tomó la decisión de irse a vivir a Italia, donde se ha convertido en una de las modelos más solicitadas. Sin embargo, no todo es tan hermoso y maravilloso. El día de su f...