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Capítulo 5. Asechada

Gina

Tomé largas respiraciones y miré donde se encontraba Deyna. Estaba avergonzada, podía notarlo en su mirada, pero ella tenía la culpa por dejarse manipular por aquel hombre. No podía creer que me había hecho salir en lencería para que él me mirara. Odié cómo sus ojos me recorrieron con aquella malicia. Además, se mordió el labio inferior y pasó uno de sus dedos por la comisura de su boca. No me pregunten cómo me fijé en todos esos detalles. El muy maldito hacía que se te nublara la mente.

—Lo siento. —Traté de calmarme y me cubrí más con el camisón.

—Estoy comprometida, Deyna. ¿Qué parte de eso aún no ha entendido? —Escruté nuestro alrededor; todas las miradas estaban sobre nosotras.

—¿Rechazaste al señor Lombardi? —cuestionó una de las modelos con incredulidad.

—Si todas ustedes quieren acostarse con el mismo hombre, es su maldito problema. —Llevé mis pasos a los camerinos para vestirme decentemente.

Para mí el maldito ensayo había terminado.

***

Vivía en una de esas casonas que se encontraban en el borde de la ciudad. Me encantaba su inmenso jardín. Aunque era una casa demasiado grande para mí, era perfecta para celebrar el compromiso y la boda. El dinero no era problema, pero el ahorrarnos algunos euros me dio algo de alivio, pues con eso podría comprar los boletos de avión para mi familia.

Me recibió una soledad inminente. Pese a que Camilo la mayor parte del tiempo estaba aquí, había días, como hoy, que se encontraba en uno de sus viajes de negocios. No podía hacer nada al respecto, ya que él era el único heredero del imperio familiar. Solo podía apoyarlo y adaptarme a que aquella sería mi vida.

Mi teléfono vibró.

Sabía que solo podía ser un mensaje de Deyna.

El ensayo se pospuso para mañana a las 8:00 a.m.

Espero y puedas disculparme.

Dejé el teléfono y las llaves en la mesa de la entrada. Por un momento me sentí extraña.

Miré a todos los lados sintiéndome asechada.

Por un instante llegó a mi mente aquel hombre, todo tatuado, con mirada oscura y sonrisa malévola. Todos los vellos de mi cuerpo se erizaron. Aparté aquellos pensamientos de mi cabeza. No era tan importante como para que el señor Lombardi se dedicara a asecharme.

El sonido del timbre me sorprendió y llevé las manos al pecho por la impresión. Era extraño. Sabía que Deyna no se atrevería a visitarme después de lo sucedido y Camilo se encontraba demasiado lejos de casa, así que no sabía quién podría ser.

—¿Sí? ¿Quién es? —inquirí antes de abrir, pero nadie contestó, entonces abrí la puerta.

Me recibió el azote de una fresca brisa de verano. Contemplé los alrededores, mas no había nadie. Solo una rosa blanca se encontraba en uno de los escalones de la entrada. Hacía de soporte para una nota. No pude evitar sentirme recelosa y algo preocupada. Aquello era demasiado extraño y más en un vecindario élite como este.

«Duerme con un ojo abierto y el otro cerrado», decía la nota.

Observé de nuevo mi entorno sin poder evitarlo y con la certeza de que estaba siendo asechada.