Capítulo 54. En mi memoria

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Gina

Había cerrado un capítulo de mi vida aquella noche. Desde que llegué a casa, me encerré en mi habitación y no pude parar llorar. Nunca iba a tener el poder para pelear con los Berlusconi, mas él sí. Alessio tenía el dinero y las conexiones para hacer caer a quien fuera. Lo hizo, pero aún seguía sintiéndome lastimada. No podía tapar el sol con un dedo y olvidar que me abandonó. No podía hacer como que nada había pasado, así no funcionaban las cosas, o era lo que quería hacerme creer a mí misma.

Me encontraba recostada sobre el suelo alfombrado de mi habitación y miraba la pintura del techo; al fin comprendí su significado. Al final el amor siempre vencía. El guerrero sostenía a su mujer y dejaba atrás muerte y destrucción solo para llegar a ella. Sin embargo, esta vez no creía poder tener las fuerzas para regresar. Me aterraba la sola idea de salir lastimada otra vez. Aunque yo también lo amaba, no sabía cómo podría volver a unir los pedazos de mi corazón.

El sonido de mi móvil me espantó. Secando las lágrimas de mi rostro, visualicé el número en la pantalla. Era Genave.

—Gina, ¿estás bien? —se apresuró a decir—. Vi algo en las noticias internacionales sobre Camilo.

Los rumores se expandían como la pólvora y más cuando estos provenían de una familia tan poderosa. La prensa no se guardaba nada y solo esperaban algo realmente sucio para poder meter sus garras. El imperio Berlusconi comenzaba a derrumbarse y a Camilo le esperaban algunos años en la cárcel. Su mayor error fue confiar en una mujer como Deyna, pues la foto que sacó de su rostro lo terminó de hundir. Lo que serviría como garantía para esa mujer, terminó siendo un arma de doble filo para él.

—Sí —contesté con tristeza—. Todo pasó demasiado rápido. A penas llegué a casa.

A mi mente llegó el rostro entristecido de Alessio y la confesión que me hizo esa noche. Ni siquiera tuve tiempo de asimilar todos los acontecimientos.

Vi que Alessio también salió en la prensa. ¿Qué está pasando? Dicen que él descubrió todo —comentó con curiosidad.

—Al final él terminó descubriéndolo, solo pasó así. No sé ni siquiera cómo sucedió. —Me quedé en silencio y limpié otra lágrima—. Me dijo: "Te amo". Genave, llegó como un héroe, así nada más, y me confesó que me amaba, pero no pude decirle nada. Estoy muy herida. No tenía derecho de hacerme sentir como me siento en este momento ¿Por qué lo hace tan difícil?

—¿Qué puedo hacer para aliviar tu dolor? —la escuché decir con desosiego—. ¿Qué puedo hacer para apartar de ti esa melancolía? No quería que Genave sufriera por mi culpa.

—Solo quédate a mi lado y nunca dejes de apoyarme.

Nos despedimos con la promesa de que nos veríamos pronto.

Contemplé el techo y lloré mi pesadumbre.

***

El timbre sonó temprano aquella mañana y sentí un cosquilleo en el estómago. Bajé las escaleras con rapidez. Al abrir la puerta, no había nada. En realidad, dejaron un inmenso arreglo florar en la entrada. Miré en todas las direcciones, pero no había nadie cerca. Tomé las flores y volví al interior de la casa. La tarjeta ponía unas simples palabras: «Te amo». Aquello aceleró mi corazón. Pensé en tirar las flores, pero estaban demasiado bonitas y no tenían la culpa.

Las dejé sobre la pequeña mesa que adornaba la sala de descanso. No supe por qué llevé la mirada a las ventanas. Alessio estaba de pie en medio del jardín con las manos en los bolsillos de sus pantalones deportivos. Hasta esa ropa le hacía justicia a su cuerpo y su belleza era inigualable. A pesar de la distancia que nos separaba, mi cuerpo reaccionaba con su sola presencia. Pude ver la desolación en su rostro. No lo soporté.

Aparté mi vista de la suya y caminé hacia el pasillo para no verlo. No podía dejarme dominar por mis sentimientos, ya que había muchas heridas abiertas que tardarían en sanar. Aunque me moría por decirle que yo también lo amaba, había muchas cosas que me frenaban, como el temor a seguir saliendo dañada y a tener que recoger los pedazos rotos yo sola.

Un golpe seco en la puerta me alarmó.

—Gina —lo oí decir con desesperación—, abre la puerta, por favor —suplicó.

—Vete —espeté con la voz quebrada—. No me atormentes más —pedí.

—Dímelo mirándome a los ojos. —Sabía que lo que iba a hacer.

Era algo estúpido, pero quería retarme a mí misma, entonces abrí la puerta.

Nos miramos en silencio. Pude sentir el cambio en mi respiración. Alessio se aproximó, me tomó por el cabello y sus labios se posaron con brusquedad sobre los míos. Mis pezones se endurecieron. Me empotró contra la pared como la primera vez que lo hizo en aquel bar en Nueva York. Colocó mis brazos sobre mi cabeza y los sostuvo con firmeza. Mientras tanto, con la otra me quitó los pantalones de pijama.

—¿Aún quieres que me vaya? —indagó y mordió el lóbulo de mi oreja.

—Sí —contesté entre gemidos, pero él no se iría y no pararía. Yo tampoco quería que lo hiciera. ¿Para qué resistirme si de todas formas estaba loca por él?

Me dio una nalgada y me arrastró escaleras arriba. Me sorprendió que entrara a la habitación de visitas, pero comprendí por qué lo hizo, aunque mi momento racional duró muy poco cuando él comenzó a quitarse la ropa. Le puso seguro a la puerta y clavó su mirada de depredador en mí. Que estuviese completamente desnudo era jugar sucio. Todavía no lo había perdonado y él se empeñaba en complicarme las cosas.

—Me engañaste. —Di un paso atrás y traté de ganar algo de tiempo—. Me dejaste sola cuando más te necesité.

Este no era el instante para reclamos, pero lo aproveché para sacar todo lo que llevaba dentro.

—Perdóname —susurró con voz lastimera—. Juro que no volveré a lastimarte. —Sus palabras eran sinceras, lo sabía, y mirar su pene hacía el asunto más complicado.

Mi caminata terminó en el borde de la cama.

Cuando Alessio me cubrió con su cuerpo, supe que no tenía escapatoria. Me besó con pasión, me tomó por la cintura y me depositó con suavidad sobre la cama sin dejar de besarme. Sus manos me recorrieron desde la cabeza hasta los pies y su lengua saboreó mi coño con diligencia. Gemí de placer. Aunque pensé en resistirme, me dejé llevar y seducir por aquel hombre malo. Lo que me hacía sentir era bastante bueno.

—Te amo —afirmó al mirarme con intensidad.

Volvió a besarme como no queriendo saber mi respuesta y entró en mí, haciéndome enloquecer. Clavé mis uñas en su espalda.

No sabía a dónde nos llevaría este acto, pero de lo que sí estaba segura era que lo guardaría por siempre en mi memoria.

La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora