Gina
Me acerqué a Paolo en el instante en que anunciaron que saldrían las modelos. Me miró con sorpresa y luego me abrazó. Aquello me dio mala espina. Él debería estar al tanto de que iba a estar aquí. Llevaba puesto uno de los modelos exclusivos de esta colección, así que sentí que algo no andaba bien, pero quizás estaba siendo paranoica.
—¿Cuándo me toca salir? —le pregunté.
Me observó, extrañado.
—No estás en el listado de modelos, cariño.
—Pero Deyna... —Me contempló con asombro—. Llevo puesto uno de los modelos exclusivos, pensé que lo modelaría.
Paolo colocó su mano sobre mi hombro y me habló bajito al oído.
—Debes estar invitada a otro desfile. —Dejó en mi mano una tarjeta de habitación y posó su mirada en una dirección. Sabía que miraba a Alessio—. Ese modelo lo hice especialmente para que él lo viera.
—Paolo... —expresé con algo de ansiedad.
—Te has portado mal, gatita, y lo sabes —soltó al alejarse de mí y se acercó a las modelos.
Me quedé estática y escruté la llave que tenía en la mano. Sin poder evitarlo, miré a mi espalda; Alessio no estaba en ningún lado. Allí lo entendí: mi último desfile sería exclusivamente para él.
Tenía dos opciones: marcharme y demostrarle que en realidad me afectaba o ir allí y enfrentarlo como siempre. Elegí la segunda opción.
Me arrepentiría de haberlo hecho.
***
La habitación estaba a media luz y entré en ella con algo de nerviosismo. Alessio se encontraba en medio de ella, semidesnudo, con la vista en sus pies. Sin embargo, la levantó en cuanto se percató de mi presencia. Su intensa mirada me intimidó, pero en vez de hacerme pequeña, me mantuve firme. No podía dejar ver cuánto me afectaba estar allí. No podía dejar que se diera cuenta de cuánto comenzaba a afectarme.
—Me he enterado de que modelarás para mí —comentó con sarcasmo.
Se acercó y cerró los ojos mientras inhalaba mi aroma.
Me fijé en las cadenas que colgaban de una barra de metal, las cuales estaban puestas de manera simétrica en el suelo. Se ubicó detrás de mí y quitó con delicadeza el abrigo que me cubría. Seguía con aquel vestido puesto, pero debajo de este vestía una de las lencerías más exclusiva de la marca Lombardi, una que habían hecho solo para mí.
—Quítate el vestido —dijo con autoridad.
Dudé por un momento, pero recordé que esto era parte de su juego. Buscaba intimidarme. Aunque lo lograba, tenía que resistirme y demostrarle que yo también tenía poder.
Me bajé la cremallera despacio y dejé que el vestido cayera a mis pies. La malla era transparente y en forma de tanga, por lo tanto, mi culo queda expuesto y a la vista de él. Alessio no se resistió para acariciarlo. Algo se apretó en mi bajo vientre. Odiaba sentirme tan vulnerable ante su sola presencia.
Estallé sin poder evitarlo y sin poder mantener mi boca cerrada como siempre.
—Te dije... —lo miré— que no me gustaban las cosas a lo bruto.
Una llama se encendió en sus ojos y se acercó a mí, amenazador. Me tomó de la mano y me llevó donde se encontraban las cadenas.
—¿Qué haces? —inquirí con nerviosismo.
—Ya veremos si tienes tanto que decir —murmuró sobre mis labios y agarró el inferior entre sus dientes como si fuera suyo.
—¿Qué demonios haces? —indagué cuando cogió una de mis manos y la encadenó. Hizo lo mismo con la otra y después con mis piernas.
—Te va a gustar. No te resistas —gorjeó.
Comencé a respirar con dificultad.
Él se quitó aquellos pantalones de franela y quedó desnudo ante mí.
Subió la música a todo volumen y bajó aún más la intensidad de aquella luz. Pasó sus dedos desde la punta de mis pies hasta llegar a los muslos e hizo lo mismo con el otro. Paseó su lengua por mi entrepierna y desabrochó los botones que cubrían mi coño. Pasó sus dedos con suavidad por allí, haciéndome estremecer, y me susurró al oído:
—Lo del baño fue solo un calentamiento. Ahora sentirás el verdadero placer.
Estaba perdida cuando se arrodilló frente a mí y pasó su lengua por mi coño, el cual ya estaba mojado. Chupó mi clítoris. Me removí ante la sensación de aquel placer. Mordía con delicadeza los labios de mi coño y pasaba su lengua; hacía círculos tortuosos con ella. Quería apartarlo. Esa tortura era demasiado, pero sabía que no pararía hasta que no llegara al orgasmo.
Sentí uno de sus dedos entrar con ternura en mi cavidad. Por un momento fue algo incómodo, pero luego aquella sensación se convirtió en placer. Moví mis caderas con sensualidad.
—Así, nena. —Me observó mientras me lo seguía chupando—. Disfrútalo como yo lo disfruto.
Y solté un grito de placer que quedó ahogado por la música.
Sin poder dilatarlo más, explote.
Dejó una de mis manos libres y la colocó sobre su pene. Comencé a acariciarlo, pasé la mano por mi lengua para mojarla y lo tomé de nuevo con posesión. Él se agarró con fuerza a los barrotes que sostenían las cadenas. Seguí masturbándolo y cada vez aumenté más la velocidad. Me detuvo con brusquedad, soltó mi otra mano e hizo que me arrodillara frente a él.
—Abre la boca —exigió, y eso hice.
Él se vino sobre ella.
Alessio Lombardi lo había hecho de nuevo: jugó con mi cabeza y me gustó.
Debía admitirlo: aquella maldita experiencia me enloqueció.
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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en Amazon
Roman d'amourGina Stevens es una modelo curvy estadounidense que ha escalado por su cuenta. Tomó la decisión de irse a vivir a Italia, donde se ha convertido en una de las modelos más solicitadas. Sin embargo, no todo es tan hermoso y maravilloso. El día de su f...