Capítulo 3.

170 25 3
                                    

Sin decirme nada más, los dos se levantaron y empezaron a hacer llamadas, ambos tenían expresión de preocupación y caminaban de un lado a otro de la no-tan-grande sala de estar, yo por mi parte, preferí ignorarlo y llevar mi maleta a la habitación...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin decirme nada más, los dos se levantaron y empezaron a hacer llamadas, ambos tenían expresión de preocupación y caminaban de un lado a otro de la no-tan-grande sala de estar, yo por mi parte, preferí ignorarlo y llevar mi maleta a la habitación; debía empezar a acostumbrarme a la idea de que iba a compartir la cama, porque al parecer esa era su idea de protegerme, solo esperaba que entre esa idea no estuviera incluido el sexo, porque no iba a acceder a ello.

Abrí la maleta y busqué en todo lo que allí había, una pijama y ropa interior, caminé hasta el baño y cerré con seguro después de entrar, para mi fortuna, dentro de un pequeño cajón las toallas estaban dobladas y limpias. Me desnude, me metí a la ducha y me quede bajo el agua algunos minutos, mis hombros, mi cuello y cintura dolían, mis parpados pesaban por el cansancio acumulado de las ultimas horas, ya no sabia que día era, ni la hora; mi cerebro solo quería descansar. Después de secarme y ponerme el pijama, fui de nuevo a la habitación y me acosté, ni las voces de Garret y Caleb al teléfono, ni el miedo que me había perseguido desde la bodega, evitaron que me quedara dormida. El cansancio era mucho.

Al despertar, dios sabe cuantas horas después, me encontré con la casa silenciosa y a mi lado una respiración suave, al girarme vi que Caleb estaba allí, con un pantalón de pijama largo y una camisa gris. Su rostro estaba girado hacia mí y no tenía cobija, no parecía tener frío. Con cuidado de no despertarlo, me levanté, camine fuera del cuarto y busque en la nevera algo de tomar; al parecer ellos habían arreglado todo para que estuviera cómoda allí. Saqué una botella de agua que encontré, me senté en la sala y la bebí mientras miraba hacia el balcón.

—¿No puedes dormir? —hablo Caleb algo ronco sentándose a mi lado, era un hombre silencioso al moverse.

—Supongo que ya dormí varias horas ¿o no? —asintió y bostezo —¿Te desperté?

—Estaba despierto, tenemos mas problemas de los que pensábamos —suspiro y me miro —Han estado asesinando lideres de varios países, personas importantes dentro del país, pero no estamos seguros del mensaje que quieren darnos, no entendemos nada de esta situación y es más difícil enfocarme en eso, cuando debo pensar en mantenerte a salvo a ti.

—¿No hay un lugar donde puedas dejarme e irte? —lo mire, ya había cumplido con traerme aquí a salvo, si quería y debía irse, que lo hiciera.

—Mi deber es cuidar de ti y prepararte lo mejor que pueda, en caso de que nos encuentren —respiro hondo y aparto su mirada de mi —Están repartiendo un dibujo con tu rostro por todo Moscú.

En ese justo momento mi corazón dejo de latir, estaba definitivamente muerta.

—Voy a morir —susurre mirando al balcón, mientras una lagrima salía, no quería llorar de nuevo, no quería estar aterrorizada de nuevo, pero lo estaba y mi cuerpo temblaba, no podía controlarlo, a pesar de intentarlo, nuevamente, el pánico me consumía.

—No vas a morir —tomo mi mano y me halo un poco, haciendo que me girara hacia el —Vamos a cuidar de ti, vas a estar a salvo.

—¿Cómo están seguros de eso? No controlan el mundo como dentro de un videojuego, si fuera así, yo estaría tranquila en casa, sin tener que preocuparme por alguien queriéndome muerta por ver algo que no debí.

Sin promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora