Capítulo 30.

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Después de la confesión de amor que nos hicimos el uno al otro, nos recostamos un rato en la cama para tomar una siesta, los días anteriores habían sido agotadores y merecíamos un descanso, pero mi cerebro no pensaba igual, me sentía mas alerta y preocupada por quedarme dormida y llegar a lastimar a Caleb con algún movimiento, por lo que solo me quede ahí, mirándolo dormir.

—Si sabes que cuando miras a alguien mientras duerme, por alguna razón extraña, esa persona despierta —hablo sin abrir los ojos y con su voz ronquita por haber dormido un poco.

—Lo siento —reí y acaricie su brazo con una mano —No podía dormir y solo me quede aquí, quieta, mirándote, no pensé que te despertarías.

—¿Por qué no fuiste capaz de dormir? —abrió los ojos y me miró, cada vez que veía sus ojos me sentía feliz por poder verlo una vez más.

—No quería moverme y lastimarte —me senté y lo mire —No quiero que sientas dolor.

—No te mueves mucho al dormir, no te preocupes —sonrió y yo me quedé mirándolo, se veía hermoso sonriendo a pesar de estar algo pálido.

Me arrodillé en la cama y me acerqué a él con cuidado de no poner las manos en su abdomen, di un beso pequeño en su nariz y después presioné mis labios sobre los suyos, sus manos inmediatamente fueron a mi cintura y respondió al beso que le daba.

—Cuando este mejor, volveré con Taylor para resolver el caso de los rusos —susurró —Y cuando eso esté resuelto, podremos tomarnos unas vacaciones en la playa.

—¿Por qué en la playa? —pregunte curiosa.

—Porque hace calor y tendrías que andar en traje de baño o ropa muy pequeña todo el tiempo —empezó a hablar coqueto, mirándome de arriba abajo —Podría ver tu cuerpo todo el tiempo y si necesito quitarte la ropa, sería más rápido.

—No es un buen momento para hablar de esta manera —lo miré y respiré hondo.

—¿Por qué no? —sonrió y bajo sus manos por los costados de mi cadera hasta acomodarlas sobre mi trasero —No hay nada de malo en hablar.

—Si fuera solo hablar, estaría bien, pero tu estas intentando provocar y no pienso ceder, estas muy lastimado aún —subió una de sus manos y la puso en la parte de atrás de mi cabeza y me hizo acercarme de nuevo a su rostro y beso mis labios.

—Hay muchas cosas que podemos hacer sin poner en riesgo mi salud —negué con la cabeza y lo miré —Déjame mostrarte.

Las cosas estaban escalando muy rápido y no quería ceder, pero su propuesta era demasiado tentadora y estaba imaginando un millón de posibilidades, pero me daba miedo llegar a abrir sus puntos por ser inconsciente.

—Caleb... —me besó de nuevo, haciendo que dejara de hablar y con sus labios sobre los míos hablo de nuevo.

—Solo déjame decirte en lo que estoy pensando y tú puedes aceptar o negarte —susurró.

—Está bien —respondí, pero sabía que me negaría a cada una de sus ideas.

Acerco sus labios a mi oreja y empezó a susurrar en ese tono de voz que tanto me gustaba, todas las ideas que tenía para estos días en los cuales no estaba completamente bien, en todas sus ideas estaban incluidos nuestros labios y lenguas, las manos y nada de ropa, no pude evitar sonrojarme, ni que mi cuerpo empezara a reaccionar a sus propuestas, cada cosa que describía era aun mas provocativa que las demás y sus manos, acariciando mi cintura, mi cuello, mientras sus labios rosaban mi oreja al hablar, me ponían en el estado de animo correcto para lo que él quería.

—Di que sí, Ariana —tomó el lóbulo de mi oreja entre sus labios y subió una de sus manos entre mi camisa —No requiere mucho esfuerzo, la mayor parte la harás tú. ¿no quieres tener el control?

—Caleb, basta —abrí los ojos y lo miré —No creo ser capaz de controlarme y mucho menos de controlarte a ti.

—Entonces confía en mí, puedo llevar la situación por la vía segura —besó mi mejilla y luego bajo a mi cuello, saco la mano que tenia entre mi blusa y la bajo por mi abdomen hasta encontrar mi pantalón, abrió el botón y metió la mano, quise apartarla, pero él fue más rápido y tocó ese punto que me debilitaba de inmediato, estaba segura de que terminaría rendida a sus pies si continuaba de esta manera, era muy difícil negarse cuando sus caricias se sentían tan bien.

Ya había perdido la capacidad de hablar, por lo tanto, de negarme a sus deseos y le dejaría continuar, por lo que lo ayudé en su misión, quitándome el pantalón y la ropa interior, para que pudiera tocarme con toda libertad y no hiciera mucho esfuerzo, sonrió complacido, me hizo abrir las piernas y empezó a acariciar mi vagina con suavidad, mostrándome que el placer también podía ser dado de manera lenta y delicada, acomode mi cuerpo, sosteniéndome con las manos y abrí las piernas de una manera cómoda para él y para mí, sus caricias eran sensuales y tan suaves que mi sensibilidad aumentó rápidamente, haciéndome gemir de placer por cada vez que sus dedos pasaban o presionaban, era muy erótico ver sus movimientos y lo rápido que me había calentado con sus palabras y su toque.

Su nombre era lo único que era capaz de pronunciar correctamente en medio de los gemidos que escapan de mis labios, pero después de que sus dedos hicieron su camino dentro de mí, ni siquiera eso pude pronunciar, de mis labios solo salían los sonidos de inmenso placer que sentía y mis ojos estaban enfocados en sus manos y en mi propio cuerpo, era un poco egoísta el querer ser la única que se sintiera así de bien, pero ene se momento solo quería sus caricias y lo que estaban provocando en mí, sin pensar que tal vez él también querría atención, pero iba a dejar que se concentrara en mi el tiempo que quisiera, ya después buscaría la forma de recompensarlo. Iba a disfrutar cada parte de esto.

Candente... Que calor.
Los amo.
Francy

Sin promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora