Capítulo 19.

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La cena fue divertida, todos comimos algo diferente y Garret y Lena estuvieron todo el tiempo haciendo bromas acerca de los mariachis, hasta que el padre de Caleb los vio y empezó a preguntarles, visiblemente enojado por ello, los dos se veían asustados hasta que el hombre no pudo soportarlo y soltó una carcajada que nos dejó ver que estaba bromeando y que desde el inicio sabia de la broma. Más tarde, entre susurros, Caleb me explicó que los mariachis era una broma familiar, ya que su padre siempre contrataba uno para cada fecha especial, un cumpleaños, día de la madre, día del padre, un casamiento, y lo hacía, porque según él, contratar un mariachi en Londres era difícil y costoso, por lo cual era un detalle de un nivel más elevado. Desde mi punto de vista era una tradición muy bonita y alegre, que me hacía desear tener mi propia tradición familiar graciosa en un futuro.

Al terminar con la comida y el pastel que pidió su madre, todos nos levantamos y fuimos hacia nuestros autos, Lena y Garret nos llevaron hasta el hotel donde teníamos la reservación y nos dejaron allí. Nuevamente, todas las personas en el lugar se quedaron mirándonos y nos felicitaban cuando pasábamos junto a ellos, nosotros solo dábamos las gracias con una sonrisa. Nos acercamos a la recepción y pedimos nuestra llave, fuimos al ascensor y en silencio fuimos hasta la habitación, los dos sentíamos la anticipación de lo que sabíamos que iba a pasar allí, los dos habíamos estado evadiendo el tema, porque éramos conscientes de lo que nos causaba el pensar en el otro y en lo que significaba la oración noche de bodas.

Entramos a la habitación, siendo pacientes, esperando que el otro fuera quien diera el primer paso, era divertido pensar en el momento que él tomara la iniciativa y si iba a pegarme nuevamente a la primera pared que nos encontráramos en el camino o si esta vez me enseñaría realmente lo que era la paciencia, porque seguía sin aprender la lección, ya que tenia unas ganas enormes de quitarme toda la tela que tenia encima y lanzarme hacia él, todo él día había estado pensando en lo atractivo que se veía con ese traje negro, tan perfectamente entallado.

—Tengo en la punta de la lengua una frase demasiado cliché, pero aun así voy a decirla —él me miro intrigado y con una sonrisa en los labios —Debería ser ilegal que uses ese tipo de trajes, me tienes babeando desde que te vi.

Sonrió amplio y dio media vuelta, conectó su celular a los altavoces y reprodujo una canción de Michael Bublé, se acercó y estiró una mano hacia mí.

—¿Bailas conmigo, esposa? —negué con la cabeza, sonriendo y tomé su mano.

—Bailo contigo, esposo falso —rio, envolvió mi cintura con sus brazos y me pegó a su cuerpo.

Caleb empezó a moverse con suavidad siguiendo el ritmo de la música perfectamente, mientras que yo miraba el suelo hacia nuestros pies, no era muy buena bailando y no quería pisarlo, menos con el par de tacones que tenía puestos.

—No mires mis pies, mírame a mí —puso su mano en mi barbilla e hizo que levantara la cabeza y mirara sus ojos —Siente la música, deja que sea el ritmo quien te guie y no mis pies.

—El ritmo no es tan amigo mío como tú creerías, solo mirando a tus pies puedo concentrarme y seguir los pasos de la forma correcta —sonriendo negó con la cabeza.

—Cierra los ojos, Ariana, confía en mi —hice lo que él me indicó y escuché —Escucha los latidos de tu corazón y luego la música, si prestas atención, alcanzas a escuchar tus latidos en la canción.

Se quedó en silencio y me permitió escuchar la música, para que comprobara por mi misma que lo que estaba diciéndome era verdad. Me concentré en los latidos de mi corazón y luego en el ritmo de la canción que estaba sonando, cuando pude unir ambos latidos, comencé a bailar despacio, siguiéndolos. Caleb al sentir lo que hacía, bailo de nuevo, siguiéndome, cuando ya me sentí segura de lo que estaba haciendo, abrí los ojos y vi que él estaba mirándome con una sonrisa más que perfecta.

Sin promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora