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—𝓒.𝓑─

Draco, Blaise, Pansy, Theo y yo, ocupábamos dos pupitres justo al final del aula de Encantamientos. Aquel día teníamos que practicar lo contrario del encantamiento convocador: el encantamiento repulsor.

Debido a la posibilidad de que ocurrieran desagradables percances cuando los objetos cruzaban el aula por los aires, el profesor Flitwick había entregado a cada estudiante una pila de cojines con los que practicar, suponiendo que éstos no le harían daño a nadie aunque erraran su diana. No era una idea desacertada, pero no acababa de funcionar. La puntería de Crabbe y Goyle, sin ir más lejos, era tan mala que no paraban de lanzar por el aula cosas mucho más pesadas: como, por ejemplo, al propio profesor Flitwick.

—Creo que exageras, Draco —dijo Blaise, mientras el profesor Flitwick, con aspecto resignado, pasaba volando por su lado e iba a aterrizar sobre un armario grande.

—Nuestras madres están locas, ¿a que no, Theo? —le dijo Draco en voz baja, como si temiera que alguien lo escuchase.

Aquella clase era el marco ideal para contar secretos, porque la gente se divertía demasiado para prestar atención a las conversaciones de otros. Durante la última media hora, en episodios susurrados, Draco les había relatado las cosas que su madres hicieron por ellos cuando ambos eran niños.

—¿Son madres o dementes en fuga? —preguntó Pansy con los ojos encendidos de "interés", mientras repelía un cojín con un movimiento de la varita (el almohadón se elevó en el aire y golpeó contra el sombrero de Tracey Davis, el cual fue a parar al suelo.

—Hablo enserio, Pans —dijo Draco, moviendo la varita sin prestar mucha atención, de forma que el cojín se precipitó del pupitre al suelo—. Rita dijo que una primicia como esa daría mucho que hablar; no la dejará ir tan fácil. Le pedí que hablara primero de la sangre sucia Granger, pero...

—¿Qué? —exclamé sorprendida, mientras mi segundo almohadón salía por el aire rotando, rebotaba en la lámpara del techo y caía pesadamente sobre la mesa de Flitwick—. Draco... ¿aún piensa escribir sobre Hermione?

—¿Sí? —respondió bastante seguro de sí—. Ni pienses que trataré de persuadirla, apenas pude lograr que no ponga tu nombre en letras grandes, aunque no se que tan correcto sea confiar en ella.

Mientras hablaba, repelió un cojín, que se fue volando por el aula y aterrizó en la caja a la que se suponía que estaban apuntando todos. Blaise miró a Draco bastante pensativo... Era verdad que se las ingenió para aplazar la fecha de publicación de la revista Corazón de bruja, diciendo que tenía noticias que le interesarían a Rita; pero el que mencionara el apellido Bellerose fue suficiente para que esta se anime aún más a publicarlo, ignorando las sugerencias de Draco.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora