[𝕽] El cambiar de universo comenzó siendo un simple juego para Camila; jamás imaginó que su vida cambiaría en una simple noche.
Conocer a Draco Malfoy fue lo mejor que pudo ocurrirle, pero enamorarse de él fue sólo el inicio de su destrucción.
Tal...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝕽| 𝒄. ₀₄₅ —𝓒.𝓑─
—Como sabes, mi presencia no es bienvenida ante el ministerio, y me temo que si las cosas continúan así, no podré ayudarte lo suficiente.
—Sí, comprendo —me lamenté, acercando mi rostro al pensador momentáneamente— Acomodaré mis horarios.
Dumbledore asintió sonriendo levemente, mirando a la vasija de piedra y luego a mí, a lo que capté rápidamente el mensaje no textual y luego de un largo tiempo, finalmente metí mi cabeza en el pensadero.
La sensación de estar allí se sintió tan extraña luego de haber pasado un periodo sin experimentarla. La vista nublosa y la atmósfera llena de misterio fue diferente, pues ahora, cuando mi alrededor fue cobrando vida, me di con una sorpresa no muy esperada.
—¿Qué tan difícil podría ser contactarla? —inquirió Nathaniel, con nerviosismo evidente en su voz, mientras paseaba de un lado a otro por la lujosa oficina de Josephine.
La estancia contrastaba con el estilo pintoresco del resto de la mansión Bellerose. Aunque había algunos cuadros familiares y obras de arte, predominaban los colores neutros y una decoración minimalista que denotaba una profesionalidad implacable. Era un lugar de negocios, distante de la apariencia cálida que Camila esperaría de su madre.
—Sigo pensando en escribirle por aquel pergamino —respondió la mujer, levantándose del imponente escritorio y dirigiéndose hacia un librero que atrajo la atención de Camila, lleno de volúmenes encuadernados en cuero y pergaminos envejecidos.
—¿Qué tan efectivo es? —preguntó Nathaniel, mirando a Josephine con escepticismo, aunque su pregunta pasó desapercibida mientras ella estaba inmersa en sus pensamientos. Camila no pudo evitar reír ante la idea de que su padre era un espectador más de ese curioso episodio familiar—. Tal vez solo sea algo sin sentido, Jo.
Sin embargo, Josephine continuaba manipulando los libros en el librero, hasta que finalmente extrajo uno de tapa verde escarlata, que destacaba entre los demás con su llamativo diseño, a diferencia de las tapas simples y los nombres poco complejos de los volúmenes circundantes. Con una cierta determinación, tiró del libro y el propio librero comenzó a abrirse lentamente, revelando una zona oculta en la propiedad de los Bellerose que Camila jamás habría imaginado, aunque el suntuoso palacio en el que vivían parecía albergar innumerables secretos.
—O tal vez no.
Entraron al estrecho pasadizo, y en cuanto pusieron un pie en su interior, las antorchas a lo largo del pasillo se iluminaron, despidiendo una cálida luz que contrastaba con la apariencia lúgubre del lugar. Las paredes de piedra estaban cubiertas de musgo y las telarañas colgaban en las esquinas, añadiendo un toque de misterio al ambiente. Si permanecían en silencio, podían captar sonidos inquietantes que no eran propios de un lugar acogedor.