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—𝓒.𝓑─

—¡No puedo creer que seas tan mala! ¿Qué acaso nunca te has batido en duelo? —su pesada voz apareció a mis espaldas mientras veía mi varita brincar unas cuantas veces sobre el suelo antes de impactarse por completo. Draco me tomó del antebrazo y me levantó al cabo de unos segundos.

—Me temo que eso no es algo que solemos hacer en Hogwarts —respondió Draco mirando severamente a mi abuela, quien rio por lo bajo y rodó los ojos.

—Y por eso están aquí, para aprender —repuso Narcissa rápidamente, tratando de aliviar el ambiente. Me entregó la varita y sonrió dulcemente, para luego retroceder unos pasos junto a mi abuela, quien no volvió a replicar.

Llevábamos casi una semana entrenando. Los primeros dos días tardamos horas en descubrir a qué varita correspondía cada uno, causando un gran revuelo en la sala que se nos otorgó para practicar. Lamentablemente, no nos coordinamos para ello, por lo que el primer día fue de Draco y el segundo completamente mío. En el tercer día, Narcissa nos indicó que practicáramos algunos hechizos básicos, pero mi abuela llegó al instante, y las siguientes prácticas fueron duelos con Draco, en los que claramente perdía de formas muy embarazosas.

—¿Cómo piensas enseñarle a defenderse cuando apenas puede mantener la varita diez segundos? —exclamó la señora, ya bastante harta de mis constantes derrotas—. ¿Qué tan buena eres bailando? —me preguntó bastante seria.

—¿Qué?

—Algo que tu abuelo me enseñó es que ser un buen bailarín te facilita mucho al momento de batirte en duelo. Los movimientos precisos son la clave de todo, y claro, el vals está lleno de velocidad y fluidez —repuso ella juntando ambas manos sobre su regazo—. ¿Qué esperan? —Nos miró con avidez.

—Si lo pones de esa forma... Draco y yo pasamos gran parte del Baile de Navidad bailando, tal vez podría...

—¡Entonces manos a la obra! —exclamó ella, yendo a un rincón junto a Narcissa.

—¿Cómo le decimos que mis dedos de los pies terminaron morados ese día? —musitó Draco, volviendo a tomar su varita y saludándome de forma adecuada.

—Mejor cállate —espeté cansinamente, rodando los ojos.

Siguiendo las recomendaciones de mi abuela, pude esquivar muchos de los hechizos y algunos cuantos maleficios por parte de Draco. La noche nos golpeó luego de haber permanecido largos minutos defendiéndome y esquivando a Draco, pero al final, logró vencerme. Llegamos a mi habitación y nos adentramos a ella como de costumbre, ya que no habíamos dejado de dormir juntos desde que iniciamos a hacerlo. Los días fueron aburridamente lentos, hasta que, por fin, mi abuela y Narcissa optaron por entrenarnos cuando llevaba mi segundo día venciendo a Draco en un duelo.

—¿Alguna sugerencia? —preguntó Narcissa, moviendo su varita por la habitación y cerrando las cortinas de golpe, mientras la sala se iba asegurando en cortos segundos.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora