[𝕽] El cambiar de universo comenzó siendo un simple juego para Camila; jamás imaginó que su vida cambiaría en una simple noche.
Conocer a Draco Malfoy fue lo mejor que pudo ocurrirle, pero enamorarse de él fue sólo el inicio de su destrucción.
Tal...
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𝕽| 𝒄. ₀₅₂ —𝓓.𝓜—
El último día del año jamás se había sentido tan horrible como hoy.
Ahora mismo, detestaba hasta el hecho de considerarlo maldito, porque se supone que hoy debería ser más que perfecto en todos los sentidos. Pero mi salud indicaba lo contrario.
No terminaba de comprender qué comí para terminar así. Siempre soy cuidadoso con lo que ingiero, ¿por qué justo hoy tenia que enfermarme? Y por supuesto, para un mago eso debería ser una ridiculez, pero, no era impedimento para el gran Draco Malfoy.
Ya que sí, a pesar de que mi madre intentó con diversas pociones, hechizos y remedios mágicos, ni uno hizo efecto. Tampoco es que fuera tan ignorante para automedicarme, pues el diagnóstico que el amigo de papá en San Mungo realizó, indicaba que me encontraba perfectamente bien. Entonces la pregunta era: ¿qué carajos estaba mal conmigo?
—Corazón, ¿todo bien? —preguntó mamá desde el otro lado del baño, dando un suave golpe contra la puerta. Cuando me había mentalizado una respuesta lo suficientemente buena como para que regrese a sus actividades de jardinería, un alboroto proveniente de mi habitación volvió a dejarme con la mente vacía, pero alerta.
—Déjamelo a mí, Cissy. —¡HE CANCELADO TODOS MIS PLANES POR TI! ¡SAL DE ESE BAÑO AHORA MISMO, DRACO MALFOY! —bramó Pansy, golpeando la puerta con desesperación, para luego, soltar una risita bastante fingida—. Disculpa, es que a veces es necesario hablarle en ese tono.
Lo siguiente que dijo mamá no logré oírlo, pues noté que no sólo se encontraba Pansy, si no también Theo y Blaise esperando por mí. Cuando oí los tacones de mi madre alejarse, me armé de valor y limpié las comisuras de mi boca, levantándome del suelo inmediatamente.
¿A qué se debe todo esto?
—¡DRACO...!
—¡Bien, ya salí! —repliqué con amargura, cerrando la puerta atrás de mí.
Los tres se veían preocupados, pero Pansy y Theo rompieron el patrón cuando empezaron a reír con diversión, dejando sólo a Blaise con el ceño fruncido y con una mirada bastante confundida —y perdida— en el rostro.
—¿A ti qué te pasa? —Me crucé de brazos, recostándome sobre la pared.
—Es que no desayuné —musitó dirigiendo la mirada hacia Pansy—. Me sacó de la cama hace menos de quince minutos.
—No es mi culpa que duermas hasta el mediodía —se defendió ella, ciertamente enojada. Rodó los ojos y aclaró su garganta, haciendo un ademán con la cabeza hacia mí.