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—𝓒.𝓑─

La fecha elegida para nuestra incursión en la Bóveda era inusual, ya que coincidía con el Día de San Valentín, uno de los días más románticos del año en todo el mundo. Resultaba casi irreal que tuviera programada una cita con un monstruo de hielo en una fecha tan especial.
Me reí ante la ironía de la situación y me observé en el espejo, estudiando mi atuendo por tercera vez en apenas cinco minutos. Llevaba puesto un suéter de cuello tortuga en un nítido tono blanco que acentuaba mi piel, aportando un toque de elegancia y calidez. Combinaba el suéter con una falda negra ceñida justo encima de la rodilla, que realzaba mi figura con un toque de sofisticación y estilo.

Mis piernas estaban enfundadas en unas pantimedias que añadían un toque adicional de clase a mi atuendo. En mis pies, lucía unos botines negros con tacón que proporcionaban altura sin sacrificar comodidad, y completaban mi look de manera perfecta.

En mi cabello, llevaba un listón negro anudado con gracia, aportando un toque adicional a mi apariencia en este San Valentín tan inusual. El contraste entre el blanco y el negro daba un aire de sencilla elegancia a mi conjunto.

Mataré a un monstruo luciendo hermosa en San Valentín, no podía pedir más.

—¿Cuánto más tardarás? Porque llevo esperando dos horas y la mitad de los carruajes han salido —oí la voz de Draco del otro lado de mi puerta, seguido de un toquecito a ritmo de un villancico.

—¡Ya salgo! —exclamé, tomando unos pendientes colgantes de perla y colocándomelos con rapidez—. ¡Sólo recogeré mis cosas y estaré lista!

—¡Eso dijiste con tres atuendos anteriores antes de cambiarlos! —se quejó. Podía recrear el puchero que hacía en mi cabeza a la perfección, pero no me resistí a seguir imaginándola, así que, al terminar de guardar mis pertenencias y las cosas que necesitaría durante el día en un bolso, abrí la puerta.

Draco tenía una mano elevada en el aire, aparentemente decidido a seguir tocando la puerta hasta que yo saliera de mi habitación. Sonrió, extendiendo la mano hacia mí con elegancia y educación, lo cual parecía una dramatización innecesaria debido a mi tardanza.

Mon aimée... [Amada mía] —suspiró, haciendo una especie de reverencia frente a mí.

Halt den Mund. [Cierra la boca] —rodé los ojos, cerrando la puerta de mi habitación apenas puse un pie fuera.

Draco rió, mordisqueando su labio inferior con gracia—. ¿Desde cuándo hablas alemán? —se inclinó hacia mí, pasando un mechón rebelde tras mi oreja.

—No tengo idea —reí suavemente—. ¿Vamos?

Él asintió con una sonrisa, agarrando mi mano en el primer instante que nos alejamos lo suficiente. Se veía feliz de hacerlo.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora