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—𝓒.𝓑─

Tenía tantas cosas pasando por la mente, y estaba segura de que George igual. Podía sentir el martilleo de mi corazón contra mi pecho y mis manos sudar a medida que lo seguía al aula en un silencio que pedía a gritos una explicación.

Cuando llegué al salón, George se limitó a cerrar la puerta y avanzó hacia un pupitre, esperando que hablara con una mirada intensa. La tensión en la habitación era palpable, y cada segundo que pasaba sin decir nada era como miles de navajas atravesando mi conciencia. La culpa me consumía, y las palabras que había guardado durante tanto tiempo luchaban por salir de mi garganta.

—Lo siento mucho —susurré con la cabeza gacha.

No me atrevía a mirarlo a los ojos, ya fuera por miedo o pura vergüenza.

—¿Te disculpas por juntarte con esa gente desagradable o por permitir que ese idiota intentara besarte? —preguntó George, y el dolor punzante que había estado atascado en mi garganta pareció desaparecer, dejándome confundida y con una expresión perpleja en el rostro, algo que George claramente no apreció en absoluto.

—¿Me estás jodiendo? ¡Los vi!

—Él no tenía intención de besarme —aclaré de inmediato, frunciendo el ceño ante su mirada de enojo. Tuve la intención de responder con el mismo tono, pero cualquier sentimiento colérico se desvaneció fugazmente, dejando en su lugar ese sentimiento al que empezaba a acostumbrarme: culpa y dolor.

Durante tanto tiempo había ansiado el momento de abrir mi corazón y permitir que su pureza hablara con la verdad, prometiéndome en cada noche desolada aprovechar la oportunidad cuando se me presentara.

El momento había llegado, y yo no hice más que quedarme con una expresión patética frente a George. Había tanto que decir, pero las palabras que salían de mi boca eran escasas.

—Quiero confiar en ti, Camila, de verdad no sabes cuánto lo deseo y he tratado... —hizo una pausa, tomando una gran bocanada de aire— he tratado como no tienes idea. Pero verte cerca de él... No soy idiota, Camila.

La intensidad de su mirada me invadió sin ningún atisbo de respeto, como si estuviera escudriñando mi alma en busca de respuestas. Aquel verano seguía reviviendo en mi mente, creando un amargo contraste con la realidad presente. Pensar en los meses que pasé a su lado se había convertido en un tormento desgarrador, muy distinto a lo que aquel verano lleno de picardía, timidez y amor merecía.

Quizás Draco fue claro hace algunas noches y logró avanzar sin mí. Sería absurdo aferrarme a algo que había llegado a su fin hace tiempo, pero eso no me parecía razón suficiente para no darle el cierre que necesitaba.

La confusión se apoderaba de mí, y la frustración de no tener respuestas a pesar de haber recibido una bastante clara era abrumadora.

Draco ya no sentía nada por mí.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora