54

603 48 11
                                        

𝕽| 𝒄

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


𝕽| 𝒄. ₀₅₄
—𝓓.𝓜─

Cuando las festividades llegaron a su fin y el Expreso de Hogwarts golpeó mi puerta con entusiasmo, no pude estar más feliz de regresar a la escuela. Por primera vez.

¿La razón? Oficialmente, Camila y yo somos novios.

Aunque no habían pasado más de dos días, las horas posteriores a la hermosa velada que pasé con ella me atormentaron apenas pusimos en pie en la fiesta de nuevo. Nikolai finalmente habló conmigo, y tras una charla bastante larga, me dio una especie de bendición. Como era de esperarse, también nos regañaron, y no sólo por una demostración bastante afectuosa frente a todos, sino por perdernos el brindis de medianoche y el conteo de las doce.

Sí, el tiempo se nos fue volando luego de las palabras dulces...

Hogwarts no tardó en ponerse al día de todo, pues era claro que las noticias irían volando en cuestión de horas, y el hecho de que diversas editoriales pelearon por tener fotos exclusivas del beso, incrementó todo aún más.
Resultaba que la unión de los dos miembros de las familias Sangre Pura más importantes de la historia, era todo un tema del que hablar entre personas del mismo círculo y criterio que nosotros.

—¿En qué tanto piensas? —La voz de Camila me sacó de mis pensamientos, arrastrándome a la realidad de forma abrupta. Nos encontrábamos regresando de un cansado patrullaje por los pasillos del castillo.

Sí, ser prefecto no es muy divertido a veces, mucho menos, cuando de regreso a clases hablamos. Por alguna razón, los alumnos venían con una dosis alta de desorden y rebeldía, por lo que era normal encontrar a unos cuantos en corredores desiertos o lugares que ni siquiera se podría considerar un escondite.

¿Por qué carajos alguien se metería en un cuartucho repleto de telarañas? Al principio, Camila y yo creímos que escondía algo, luego, ella sugirió qué tal vez unos matones lo molestaban... Resultaba que simplemente quería comer unos turrones sin que sus compañeros lo molestaran.

—¿Aún te duelen los muslos? —le pregunté a Camila, tras volver a perderme en mis pensamientos.

—Sí, creo que debería empezar a ejercitarme o algo así —musitó, suspirando aliviada cuando llegamos a los últimos escalones que nos llevaban a las mazmorras—. A veces agradezco tener la sala común aquí; no hay que subir tantos escalones... ¿te imaginas como la pasaran los de Ravenclaw o... Gryffindor?

—¿Acaso el quidditch no te ayuda? A mí me sirvió bastante para tener más físico —tercié, esperándola en un escalón más abajo mientras ella se recargaba sobre mis hombros por cada paso que daba—. Por eso y muchas cosas más, Slytherin es superior —agregué, respondiendo a su último comentario.

—Oh, ¿volveremos a tener esa charla? —repuso, tomando impulso y rodeándome para verme cara a cara. Alzó una ceja en la espera de mi respuesta.

—No, creo que luego de tres horas discutiéndolo ya te lo habré dejado bastante claro —aseveré con una sonrisita.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora