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—𝓒.𝓑─

Todo se sentía irreal.

Había experimentado demasiado durante los últimos meses, pero todo lo que pasaba mi cabeza superaba los límites, o al menos, así lo creía.
Deseaba que todo fuera un mal sueño, que lo malo desapareciera. ¿Era posible querer olvidar todo a excepción de lo único bueno en mi vida? ¿Qué sentido tendría? ¿Existiría un balance?

El mundo no podía sentirse más horrible en momentos así.

Y si en algún punto dudaba de la realidad, el universo sabía cómo regresarme a la tierra de la forma más cruda y real posible. Siempre volvía con el mismo cruel recordatorio.

—¿Camila? —su voz era suave, aunque percibí su gran esfuerzo por ocultar el miedo que su mirada expresaba.

—Draco... —susurré, retrocediendo un paso. Sus hombros estaban tensos, cerraba sus manos en puños y movía sus dedos con impaciencia. Su mirada ahora era desconfiada.

Había algo diferente en él.

Tragó con fuerza, siendo el primero en romper la tensión y acercarse a mí, dirigiendo su mano en dirección a mi brazo, pero en el momento en que estuvo por tocarme, se detuvo.

—¿Pasa algo? —me atreví a preguntar, pasando por alto las señales claras en mis propias narices.

Su mirada expresaba tanto a la vez y detestaba que la voz en mi cabeza gritara de diferentes formas algo que me obligaba a ignorar...

Y es que Draco parecía saber más de lo que debía.

—Yo debería preguntarte eso, ¿qué sucede? ¿Está todo bien? —entonces me tocó, abrazando mis brazos con las manos y manteniendo la mirada fija en mí. Tenía la cabeza inclinada.

Mi madurez mental salió a relucir cuando una pregunta un poco tonta se me cruzó por la cabeza... ¿Era doloroso tener que inclinarse hasta mi altura?

Draco pareció sentirse más relajado con mi repentina risa, pues ahora llevó su mano hacia mi mejilla, acunando mi rostro con una calidez indescriptible — calidez que recorrió mi pecho y abrazó mi melancólica alma. Justamente lo que necesitaba de su parte.

—Es la presión de estos días, la prensa me genera estrés —me excusé, cerrando los ojos ante su tacto.

Quería grabarme su calor, pero aquel pensamiento y necesidad me llenaba de temor e incertidumbre a la vez. Hace mucho que no me urgía mantenerlo tan vivo en mi cabeza como ahora. Grabar cada centímetro de él, cómo me erizaba ante el contacto de nuestras pieles chocar contra sí, sus pupilas dilatadas robando casi todo el foco de atención de sus hermosas orbes grises; él disfrutaba los momentos en silencio, de esos en los que las palabras eran innecesarias, pero nuestros corazones podían expresarse a través de una simple mirada y nuestras almas se conectaban al roce de nuestros labios.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora