41

600 63 20
                                    

𝕽| 𝒄

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


𝕽| 𝒄. ₀₄₁
—𝓓.𝓜—

El día en que iríamos a investigar la Bóveda dentro del castillo había llegado, y aunque la ocasión ameritaba de gran emoción y concentración como lo demostraban mis amigos, no lograba coincidir con ni uno de ellos. Por el rostro que puso Pansy durante el desayuno, deduje que ella fue la única de los tres en descifrar y armar el rompecabezas por sí sola en cuestión de tiempo. Mientras salíamos del comedor luego de almorzar, no dudó en acorralarme contra una pared y golpear mi pecho como si no hubiera un mañana.

—Maldita sea, ¿qué quieres? —exclamé tomándola de la muñeca y mirándola con resentimiento. Ella bufó e hizo un ademán de dar un último golpe con su otra mano, pero se retractó en cuanto vio mis intenciones de irme— No tengo tiempo —mentí desviando la mirada.

—¿Ya me dirás que sucedió? No ha salido de su habitación en todo el día, Draco. No necesito ser una gran observadora para notar que algo no está bien entre ustedes.

Solté un suspiro con cansancio y negué, rehusándome a tocar el tema. Era demasiado pronto y sería muy descarado si dijera que lo sucedido la noche anterior no me dejó más afectado de lo que ya me encontraba.

Algo que aprendí a las malas, es que Pansy Parkinson es una de esas personas que jamás se conformarán con un «no» por respuesta.

—Lo que ves es lo que hay —dije finalmente.

Aunque era una respuesta escasa, también era precisa.

¿Qué quería descubrir que no fuese obvio? Camila estaba saliendo con Weasley, y esa realidad eclipsaba y sepultaba lo que compartimos en verano; si es que alguna vez tuvimos algo real. La facilidad con la que olvidó todo me resultaba cruel e irreal, como si los momentos que pasamos juntos fueran efímeros y desechables. Pero ayer todo dio un giro radical a lo que creí o percibí desde que regresamos de Francia.

Era consciente de que la dureza de mis palabras la lastimó, y en mi defensa, no supe cómo expresar lo que realmente sentía. La confusión y la frustración se mezclaban en mi interior, formando un torbellino de emociones que solo empeoraba la situación entre nosotros.

Aunque nunca aspiré a la perfección, siempre procuré que los demás me vieran de esa manera. No era de los que bajaban la guardia fácilmente ni de los que admitían derrotas, incluso cuando ya no había más que hacer. Ciertamente, Camila sacó facetas de mí que jamás pensé conocer ni tener. Fue como un remolino de ideas y pensamientos, una fuerza que, proveniente de otra persona, habría rechazado sin pensarlo dos veces.

Quien solía ser hace un año estaría demasiado avergonzado y asombrado de la persona en la que me estaba convirtiendo. Aunque me cueste aceptarlo, Camila sí logró cambiar algo en mí, pero lamentablemente, no pudo presenciarlo, ya que me negué a demostrarlo. Las transformaciones internas que experimenté, las lecciones aprendidas a raíz de nuestras interacciones, quedaron enterradas en mi interior, como capítulos no leídos de un libro inconcluso.

Realities | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora