[𝕽] El cambiar de universo comenzó siendo un simple juego para Camila; jamás imaginó que su vida cambiaría en una simple noche.
Conocer a Draco Malfoy fue lo mejor que pudo ocurrirle, pero enamorarse de él fue sólo el inicio de su destrucción.
Tal...
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𝕽| 𝒄. ₀₂₈ —𝓒.𝓑─
Unos chillidos provenientes de un lugar distante me pusieron alerta. Caminando lentamente descalza sobre la densa hierba, sentía leves cosquilleos en las plantas de mis pies, pero aún así, continué corriendo hacia donde los gritos se hacían más estridentes.
—«¿Dónde estás?»
Escuché mi voz carraspear por mi garganta, obligándome a aumentar la velocidad. Pero luego, la sensación de cosquilleo en el pasto se volvió intensa e insoportable. Caí de bruces al suelo, mis manos tocando mi estómago mientras reía sin control. La picazón se extendió por mis piernas, dejándome inmovilizada y cegando mi vista, hasta que finalmente me tumbó al suelo por completo. Mi cuerpo entero se vio invadido por esa desagradable e intensa sensación.
—«¡AYUDA!»
Aquella voz resonó nuevamente en mis oídos. Traté desesperadamente de rasgar mi ropa mientras seguía retorciéndome en el suelo, arañando mi propia piel y gritando con ferocidad. Solo quería que todo acabara.
Gismey seguía gritando pidiendo ayuda, y yo me sentía impotente, atrapada en ese maldito pasto que se había convertido en un tormento.
Necesitaba llegar hasta ella.
Otro gemido se hizo presente, pero esta vez, más cerca que las anteriores, como si estuviera acercándose a mí. Los gritos resonaban dentro de mi cabeza de manera abrumadora. La picazón se había vuelto dolorosa, como si miles de cuchillos candentes estuvieran perforando cada centímetro de mi piel. Mi cabeza pareció apretarse en un tormento insoportable, y sentí que mis cuerdas vocales se destrozaban mientras emitía súplicas desgarradoras.
Los gritos eran míos.
—¡Camila! —la voz de Draco resonó de repente. El inmenso dolor desapareció. Una suave manta cubría mi cuerpo, y una sensación completamente diferente a la anterior me invadió; experimenté calma, a pesar de que mi corazón latía con fuerza y sentía un extraño apretón en los brazos.
Abrí los ojos de golpe y mis manos rápidamente exploraron mi cuerpo, dándome cuenta de que estaba en la cama.
Solo había sido un sueño.
El rubio me miraba con preocupación, inclinado sobre mí, sosteniendo mis brazos con ambas manos. Una gota de sudor frío resbaló por mi cuello, y sin decir una palabra, Draco me soltó y me abrazó con fuerza, tembloroso. Leves espasmos sacudieron mis articulaciones cuando intenté hablar. Simplemente no podía.
—Calma, solo fue una pesadilla. Calma —repetía él, pegándome tanto como podía a su cuerpo. Aunque sus caricias parecían estar a millas de distancia, noté que su mano se dirigía hacia mi cabello.
—Draco... —susurré con temor en un susurro apenas audible, alzando la mirada y encontrándome con la suya, llena de angustia y preocupación. Él me silenció casi de inmediato cuando uno de los elfos domésticos apareció con una poción. Draco la arrebató sin mucho cuidado y me obligó a beberla.