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Inspirado en el libro "El Perfume", mas no es una adaptación.

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Mark Lee no tenía ningún olor en particular y le desagradaban en sobremanera todos los perfumes, los consideraba creaciones malditas e inútiles, pues hacían que los aromas auténticos del ser humano se pierdan con cada uno de los químicos que se les agregaban, una atrocidad para el mundo y que este mismo parecía ignorar.

En plena crítica mental hacia aquel horrible producto, sintió una leve mas hermosa fragancia, su corazón dio un vuelco e intentó descifrar de dónde venía.

Un chico corría por la acera, sus mejillas sonrojadas ocultaban un poco sus pecas y sus prendas no eran totalmente nuevas, lo que resaltaba su aroma natural, uno completamente flamante para el canadiense.

Y la sensación que le brindó, mejor dicho, los estragos que le causó por esos escasos segundos no se parecía nada que hubiera sentido jamás.

El mayor supo que debía tener aquel olor para sí mismo cuando sus pensamientos se descontrolaron ¿De qué manera lo conseguiría? No podía simplemente secuestrar o matar a aquel chico, ¿o sí? Lo siguió guiado por un impulso más fuerte que su consciencia.

Aquel desconocido se detuvo en un pequeño parque y comenzó a moverse de una manera extraña. Estaba nervioso ¿Será que había notado que lo estaba siguiendo? Estaba seguro de algo, que debía actuar.

Se acercaba con mesura cuando notó un objeto en el suelo, lo tomó entre sus manos con delicadeza. Supo inmediatamente que le pertenecía al más bajo, era como tener una parte de su esencia entre sus dedos. Entonces su 'objetivo' se volteó a verlo.

–Encontró mi llavero, creí que lo había perdido, muchas gracias– No lo comprendía, su sonrisa hizo que aquella fragancia fuera más fuerte y absorbente.

Mientras que Lee sólo podía mirar la tierra bajo sus pies, intentando percibir ese olor en lugar del que se encontraba frente a él.

–Me llamo Zhong Chenle, ¿y usted?– No podía responderle.

–Me gusta su sonrojo, es tierno– Sus ojos se abrieron sorprendidos y el otro le sonrió aún más –Disculpe, no debí decirlo tan repentinamente–

Se dio la vuelta ya dispuesto a huir –No es de por acá, ¿o sí? Su ropa es muy desabrigada para el clima de Ottawa–

Quizá no me entiende. Murmuró y puso su bufanda en el cuello del mayor.

Entonces su corazón latió rápidamente al verse inundado que aquel olor –Me gusta tu fragancia– Soltó sin darle más vueltas.

El menor rió divertido –No tengo ninguna–

–Tal vez no la percibe, pero es inverosímil– Tomó con fuerza la prenda de su cuello para enfocarse en ella y tranquilizarse –Mi nombre es Lee Minhyung–

–Un gusto– Mordió su labio suavemente y tomó la mano de Lee con delicadeza.

Éste sintió que su vida tenía un poco de esperanzas, junto con un aroma delicado y único.

Rió internamente al recordar su absurda idea de secuestrar al pelirrojo y se acercó hasta rozar sus narices. Aquel 'beso' le había inclinado a la idea de mantenerlo dulcemente a su lado y poder compartir sus fragancias. Y, ¿quién sabe? Tal vez fundirlas en una sola.



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