Oᥒᥱ-Shots Mᥲrkᥴhᥱᥒ

Ƒatɛ ɔr Chaŋcɛ?

Casualidades de la vida; destino cruel; un autobús y una canción.

Chenle escuchaba aquella melodía que hacía sacudir y desconectar su alma, simplemente movía sus dedos al compás de la música.

Mark miraba a un punto fijo, sentía cómo se le calaba el corazón y sus ojos se cristalizaban levemente sin poder evitarlo.

Estaban cansados de esos sentimientos, pero no podían borrar aquella canción de sus listas de reproducción ¿Por qué?

–Vamos, no es el momento ni el lugar para llorar– Se decían a sí mismos.

El canadiense desvió su mirada, acomodó sus lentes en el puente de su nariz y miró a su alrededor.

Sin creer en sus propios pensamientos notó que en apenas dos asientos de donde se encontraba, había un chico de tez blanquecina que se movía exactamente en el ritmo de la música que él escuchaba.

Sonrió instintivamente, fue una sonrisa pequeña e íntima, como si hubiera elaborado todo un secreto con aquel desconocido.

Extrañamente tenía esa sensación a flor de piel, sentía que había entre ellos algo locamente emocionante, se trataba de un recóndito lazo que los unía, que les daba fuerzas para entenderse.

Pero posiblemente nada de eso era cierto, sólo estaba en su cabeza debido a los estragos que le ocasionaba la melodía que acababa de terminar.

Suspiró y antes de bajar del autobús miró hacia el asiento de la persona con la que había 'conectado'. En ese momento sus miradas se juntaron por escasos segundos, haciendo que los labios de Lee se secasen y que su corazón se detuviera.

Luego vio al autobús alejarse y perderse entre los otros vehículos, con una sonrisa llena de esperanza. Quizá algún día se volverían a encontrar y él se atrevería a hablarle, porque algo le decía que aquel chico también tendría esa misma sensación, y percibiría ese algo que los comunica y empareja.

O podía que no llegase nunca ese día, pero no le importaba, porque pese a la posibilidad que el destino no los volviera a juntar, tendría aquel recuerdo en sus memorias más preciadas, le daría la valentía y determinación que necesitaba; Mark estaría completamente seguro que aquel era más que su semejante y por ello lo encontraría de todas formas, sin importar qué.

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Su cabello obscuro como el mío ahora, sus ojos marrones expectantes no sabían dónde mirar. Ese chico moreno no tenía nada de especial, pero ciertamente lo había, pues algo en él logró llamar mi atención.

Mis pensamientos me hacían parecer estúpido. Sólo era el guardia del hospital, levemente mayor que yo, así que no estaba tan mal mi atracción, ¿no?

Quise reír al verlo porque pese del cargo que representaba, sus pasos eran lentos y arrastrados como los de un pequeño niño aburrido.

Su cuerpo menudo, largo, mas no era tan alto.

Me sentí peor conmigo mismo al intentar mirarlo de forma disimulada. A veces me sumergía en mi propio mundo y él desaparecía. Honestamente me exasperaba mi propia actitud al descubrirlo mágicamente en otro lugar y que fuera tan lejos de mí.

Mi hermano me avisó sobre los exámenes y el tiempo que tomarían. En realidad, no me importaba estar una hora más allí. Nos fuimos, sin embargo.

Al día siguiente mi hermano se comenzó a sentir mal nuevamente. A veces puedo ser muy infantil e indolente, pues yo sólo pensaba en verlo otra vez.

Iba bastante emocionado hasta que escuche que iríamos a otra clínica. Y sin esperarlo, ahí estaba él, igual que ayer.

No pude evitar sonreír cuando nos abrió la puerta.

Quise seguir escribiendo sobre él, pero sabía que esta historia tendría final. Pues fue mi primer amor imposible a corto plazo, así como cuando te enamoras del chico del autobús.