Cɔŋtiŋuatiɔŋ

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De acuerdo, Zhong Chenle era mucho más feliz de lo que pudo ser antes o en el país de Nunca Jamás, pero eso no restaba el hecho de que todo se hubiese vuelto más complicado.

Su pareja era un ángel, el amor personificado y un verdadero dolor de trasero. Aunque, para su suerte o desgracia, aquello último todavía no pasaba al sentido literal debido a que su cuñado resultó ser su único confidente y pasaba más tiempo con él que con el mismo chico de sus sueños. Sin embargo, todo se podía resumir al amalgama en la personalidad piadosa del canadiense con su predecible carácter de verdugo.

¿Quién creía que era? Tenía dignidad y no la dejaría ir por nada del mundo ¿O se trataba de su ego? Odiaba cuestionarse de esa manera y aún más ver el rostro neutro del otro recordándole suavemente lo equivocado que se encontraba.

–Ya hablamos de esto, Lele–

–Entonces, ¿por qué no lo dejas así?– Dijo cruzándose de brazos y haciendo involuntariamente un puchero –Sabes que no cambiaré de opinión– El Lee mayor quiso besarlo, mas no era el momento.

–Hyung, si no te disculpas ni muestras tu cambio de actitud, muchos seguirán resentidos contigo y no conocerán al tú real, podrías tener otras amistades bonitas– Intentó convencerlo el menor.

El mohín del chino se intensificó y se lanzó a los brazos de su novio. La idea sonaba demasiado agradable, tanto que le generaba punzadas en su pecho. Simplemente no se sentía merecedor del perdón de las personas a las que lastimó.

–Yo hablaré con él, Sung, no te preocupes– El coreano asintió y dejó la habitación.

–Te odio tanto– Confesó sorprendiéndose incluso a sí mismo –Si no me hubieses raptado ese día ahora no estaría aquí amándote y sintiendo tanta culpa– Le miró a los ojos –Hyung, me está matando lentamente esta situación–

Lee tomó su rostro con cuidado y pasó sus pulgares con cariño por sus suaves mejillas, tiñéndose un poco más con la tristeza del otro para empatizar con él y hacerle sentir en paz.

–Por lo mismo quiero que pienses de manera positiva, recuerda que tú eres mi virus de felicidad, si dejas de sonreír yo también lo haré. Bebé, tan sólo quiero que estés bien–

–Lo siento, en serio que lo siento, pero aún no estoy preparado para enfrentarme a esa situación–

–Está bien, no te presionaré a que hagas algo que no quieras–

–¿No estás decepcionado?–

Aquellas palabras golpearon con fuerza al castaño, sabía bien que preguntaba por el miedo que le había instaurado su familia.

–Claro que no, nunca podría decepcionarme de la persona que eres, sólo necesitas un poco más de valentía para hacer lo que tu corazón desea–

–Ahora mi corazón pide muchos besos y mimos, no retos–

Ambos sonrieron y terminando recostados entre los tantos besos castos, el ambiente nuevamente se sentía dulce.

–Si ellos no te quieren por lo que tu alma tiene para ofrecer, entonces se estarían perdiendo a la persona más magnifica del universo–

–Por supuesto que no, ese eres tú–

Rozó sus narices con el amor que no se cansaba de mostrar entre esas paredes.

–Quédate conmigo esta noche– Susurró contra sus labios.

–No puedo, sabes que tengo una tediosa junta de sociedad a la que llegar y que nos matarían si supieran de nuestra relación–

Oᥒᥱ-Shots MᥲrkᥴhᥱᥒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora