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Los días de Mark estaban vacíos; no sabe en qué momento dejó ir todas sus emociones o qué lo causó, simplemente no tenía esperanzas en la vida y menos en la humanidad, pues ésta no hacía más que mostrar sus defectos terribles.

El canadiense encontraba leves sonrisas en algunos de sus pequeños vicios; como trabajar hasta la madrugada, su café de cada mañana o una copa de vino por las noches frías, y las escasas veces que accedía a ir con sus amigos a algún bar.

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Abrió lentamente sus ojos pese a que el alcohol en su sangre ya había desaparecido casi completamente. Se sentía diferente, tranquilo y un poco conmovido tal como lo fue en su infancia, su edad dorada.

Al pasar sus dedos por su cabello para quitarlos de su vista, el dorso de su mano tocó algo extraño, suave y cálido. Se volteó con algo temor y quedó paralizado al ver a un chico acostado a su lado.

Maldición, había tenido relaciones sexuales con un desconocido.

Intentó respirar con normalidad y el aire volvió a escaparse de sus pulmones cuando sintió que el cuerpo contrario se movía. Su pánico se detuvo junto con aquel vaivén amenazante.

Se levantó con disimulo y se vistió con rapidez, entonces una terrible duda llegó a su mente ¿Qué haría cuando el otro despertara? No lo podía echar de su casa como si nada, no era una idea tan mala, aunque quizás debía preparar el desayuno para que al menos ese chico no tuviera el estómago vacío.

Ordenó las prendas que suponía pertenecían al otro y las dejó sobre la mesita de noche. Él se le hacía extrañamente familiar, pero eso no explicaba que estuviera desnudo en su cama.

La curiosidad hizo que mirara con más atención al joven de piel blanquecina. Sus largas pestañas caían con delicadeza tocando sus mejillas, su quijada se marcaba agraciadamente y sus bembos poseían un bello tono rojizo.

Entonces recordó haberlo visto antes junto a Kun. Sus propios ojos se abrieron llenos de pavor, se había acostado con el hermano  de su amigo, había roto una ley sagrada.

Sin lograr asimilarlo bien, corrió hasta la cocina con su cuerpo temblando.

Le diría que, por favor, olvidara todo lo que había sucedido y se disculparía si es que lo había hecho sentir pasado a llevar. Nada de lo sucedido había sido su intención, fue el alcohol el que le hizo actuar irresponsablemente.

–Buenos días, Hyung– Le dijo el menor con una sonrisa y un sonrojo que no fueron percatados por el Lee.

–Buen día, espero te guste lo que preparé –Dijo lo más sereno que pudo.

–Gracias– Ambos se sentaron en silencio a la mesa sin intenciones de dar un probado.

–Quiero disculparme, no recuerdo nada de anoche, tampoco sé mucho de ti–

–En realidad me lo había imaginado, ni siquiera yo logro recordar bien –Susurró incómodo –Sin embargo, lo he visto muchas veces y siento que ya lo conozco–

–Puede que también te haya observado desde lejos y conozca tu forma de ser– Mintió– Pero eso no explica lo que sucedió. Discúlpame, Chenle, no puede significar nada si ni siquiera tenemos memoria de ello–

–Comprendo– Dijo con una sonrisa mientras se levantaba –No es necesario que se preocupe por mi hermano– Le dijo con una sonrisa antes de irse y dejarle un hueco en el alma de Mark.

Lee volvió a sumergirse en su rutina solitaria, se bañó y miró el espacio vacío de su cama. Quiso devolver el tiempo a esos escasos segundos donde se sintió pleno, mas una parte de él se empeñaba decirle que no podía extrañar a quien no conocía, si ni siquiera podía recordar el momento físico que habían vivido juntos horas antes. En el fondo, deseaba recordar aquello.

Oᥒᥱ-Shots MᥲrkᥴhᥱᥒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora