Liar

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Todo se resume a que Zhong Chenle era un mentiroso.

Mentía sobre sus sentimientos para no tener que afrontarlos. Sobre su enemigo, Mark Lee, que en realidad resultaba ser su mejor amigo.

Mientras que el nombrado era todo lo contrario.

Gustaba de palabras directas y claras como el agua. Endulzaba la verdad únicamente cuando no quería lastimar a los demás.

Y tendría que mentir que no le dolía la extraña amistad que tenía con Zhong hasta que sus caminos los separasen.

¡Qué coincidencia! Eso ocurriría allí mismo, en el último día de clases, en el final de secundaria, en su postrimero encuentro con los presentes en la sala; donde todos dirían alguno de sus más grandes secretos, tal como habían prometido años atrás.

Ya cada alumno se hallaba sentado en aquel círculo irregular, cuando comenzaron a surgir las vergonzosas o atroces verdades que esperaban llevarse a la tumba. Pero, para Mark no era así, él estaba decidido a decir su mentira culposa.

No sabía cuál de todas sería la que revelaría su amigo, mas desea con el alma que sea su amistad de años. Llegó el turno del chino y éste lo miró disimuladamente buscando ayuda, no lo podía decir todavía. Entonces el canadiense lo soltó sin más:

–Soy gay– Mientras que algunos lo miraron con asombro y otros se burlaron; no había reacción en el rostro de Chenle hasta que se puso de pie.

Le sonrió –Me gustas, Mark-Hyungnim– Y su propio rostro se desfiguró.

Sujetó del brazo al más bajo y salieron del aula tan rápido como pudo el moreno.

–¿Estás bromeando? –No hubo respuesta –Ahora comprendo por qué no querías que supieran de nuestra amistad. Te acercaste a mí para conocer el único secreto que tenía y luego humillarme. No soportas ver que alguien sea honesto, mientras tú te auto-compadeces por ser un maldito mentiroso– Mordió su labio para intentar calmarse, en cambio, después de la furia viene la decepción –Te conozco hace tanto tiempo, pero aún así lograste verme la cara de estúpido. Debí creer en quienes me advirtieron sobre ti–

La suave voz de Zhong le hizo detenerse –Admito que soy el mayor mentiroso que podrás encontrar jamás. Sin embargo, no bromeo, no miento al decirte que me gustas, Makku. Son las palabras más sinceras que escucharás salir de mi boca, porque las veces que mentí respecto a ti, fueron por no querer dejarte ir aún, no podía soportar que evitaras mi mirada como lo haces ahora–

La mente de Mark se detuvo drásticamente, ya no había enojo mi desconfianza. Era cierto, lo conocía lo suficiente para saber cuándo sus palabras se teñían de esa falsedad perfectamente oculta. Mientras que para el resto aquello pasaba desapercibido, para él era imposible ignorarlo.

Lee sabía que su mundo se vendría abajo cuando escuchara el tono que tanto anhelaba salir de los labios del menor. No con esas palabras irreales, maldición, jamás creyó que fuera así. En el momento en que sentía un peso en el pecho por no poder volver a verlo, cuando había enterrado profundamente sus sentimientos hacia él; Chenle venía con su bella arma de doble filo.

–¿Por qué lo dices ahora? Sabes que no nos volveremos a ver luego de este día–

–Porque tenía pavor de todo esto, de no poder soportar verte tan distante de mí –Respondió mirándolo a los ojos con delicadeza y expandiéndose en ellos con profundidad –¿Cómo soportar que te odie la persona que amas?–

–Chenle, te amé por años creyendo no ser correspondido y ahora no podemos hacer nada, el tiempo se acabó–

–¿Me sigues amando?– Le preguntó con una ilusión angustiosa.

Y susurró tan melodioso que se confundió con el suave viento –Por desgracia sí–

–Entonces no hay trabas en nuestro camino, yo te seguiría hasta el fin del mundo–

–Pero, ¿qué hay de tu familia, la universidad, tus sueños?–

–Ellos lo comprenderán, siempre lo han hecho; existen otros lugares donde estudiar; y lo más importante, tú eres mi único sueño, Hyung–

Su corazón se aceleró y sus mejillas se calentaron, en cambio, algo en su subconsciencia no le permitía apreciar el momento como deseaba hacerlo.

–Te lo prometo y cumpliría cualquier condición que me pongas, sé que no soy una blanca paloma– Ambos soltaron una risita, completamente insertos en su burbuja e ignorando las cabezas curiosas que los observaban desde la ventana de su antigua aula.

–¿No más mentiras, ni siquiera las efímeras? ¿Confiarás y acudirás a mí siempre, sin ocultarme nada?– Dijo el mayor esperando la afirmación por parte del chino para acercarse a él y besarlo suavemente.

Se convenció al sentir sus corazones acelerados. Y finalmente comprobó que sus labios no sabían a falsedad.



Originalmente, ésta era una historia Neo (VIXX,) pero veía más probable que la publicara aquí como una adaptación a mí misma

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Originalmente, ésta era una historia Neo (VIXX,) pero veía más probable que la publicara aquí como una adaptación a mí misma.

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