Last Mɛɛtiŋg

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Me sentía protegido, lo cual era horriblemente ridículo, porque él era el origen mi dolor. Estaba destruyendo toda esperanza e ilusión, las que él mismo había sembrado en mi corazón.

–Dijiste amarme– Susurré con un insoportable dolor invisible calándome hasta los huesos.

–Lo hago, pero ahora debo irme– Intentó alejarse, mas lo tomé de la mano con las pocas fuerzas que tenía –No te preocupes, volveré–

Me sonrió como si no supiera que mi alma se estaba rompiendo.

–Sé que irás con ella... Es mejor que no vuelvas, Mark–

–No digas eso, por favor, sabes que te necesito–

Recogí su ropa y la olí por unos segundos antes de entregársela –No lo suficiente–

–Chenle, me amas–

–Demasiado para sentir tus caricias y luego verte ir–

Pero mi interior duele como el mismo infierno, ni siquiera sus palabras delicadas podrían ayudarme en mi desdicha.

–Si te pidiera que te quedaras, ¿lo harías?– No respondió y una sonrisa cansada apareció en mi rostro –No me amas– Ya sólo me quedaba admitir lo evidente –Ahora vete, olvida mi existencia mientras la besas–

Se levantó con pesar y me miró haciéndome temblar otra vez –No puedo olvidarte–

–Siempre lo haces–

Abrí la puerta del cuarto y esperé a que se fuera para poder disolver mi corazón en lágrimas, bañarme con ellas para olvidar el calor de su cuerpo y ahogar mis sentimientos en lo amargo del que sería nuestro último encuentro.



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