19- Éxtasis

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¿Qué haces James con todas esas mujeres ahí arriba?

Jum esa foto tiene que ver con algo que pasará ahora.

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James:

Sus labios me invitan a probar el lado celestial de su sabor. Me encanta como  me mira, como muerde su labio inferior como si quisiera desprenderlo por retener el deseo impuro de ir más allá del placer conmigo.

Me encanta…

Claro que me encanta.

Me encanta. Me enamora, me vuelve loco. Escucharla gemir es deleitarse profundamente con una melodía que eriza la piel. La forma en que me su cuerpo se arquea, o como cuando gruñe y sus uñas se clavan en mi espalda.

Si ella fuera una mentira, tengo que confesar que me he enamorado de una mentira, que al mismo tiempo es la única verdad que tengo a mi favor.

Ella no es perfecta, pero si lo es para mi. Lo he ahora, me lo ha demostrado.

—¡Oh James! —dice mi nombre por milésima vez. Beso su oído y paso mi lengua por su cuello y bajo por su espalda, ella está con su rostro pegada a la almohada, sus senos y abdomen plano clavado allí. Su espalda arqueada y su hermoso trasero en pompa hacia mi.

Me encargo de besar cada parte de su piel y ella no lo sabe y tal vez piense que yo soy muy perverso para observarla más detalladamente, pero antes ella no quería sexo si no era con la luz tenues o apagada, decía que se le hacia más romántico y yo cumplía sus caprichos. Fueron 3 veces que lo hicimos antes de irme, y ahora que ella se ha abierto para mi en lo personal como en la intimidad, he descubierto cosas que antes no pude ver y que ahora me intriga.

Podría perder mi vida contando cada lunar de ella, cada defecto o virtudes. Y ahora besando su piel y la luz de la lámpara encendida, puedo observar que tiene más lunares que un cielo pintado de estrellas.

—James por favor —súplica, la tengo posicionada desde hace unos minutos, besando su cuerpo, encargándome de que disfrute, pero ella de desespera mucho, no lo dice, pero se le nota.

—¿James qué? —le doy una nalgada actuando como un hombre malo y sé que le gusta.

Voltea y me mira molesta.

—Que pares sea lo que sea que andas haciendo.

—¿Ya no quieres hacerlo?  —inquiero sosteniendo mi polla y frotándola sobre su humedad en medio de su sexo.

—Es que no dejas de besarme y yo… yo…

No lo dice, le da vergüenza.

—¿Tú qué? —aprieto su cintura y la pego de bruces sobre mi abdomen, ella gime y mi glande termina rozando su clítoris.

—James, ya hazlo.

—Eres una chica mala, te voy a castigar, quiero que me digas “Yes daddy, o Amo” y solo así te voy a complacer, chiquilla traviesa.

Me gusta jugar con ella y ver su cara de aburrida pero por dentro muere de placer. Lo sé, es que tiembla, es que está tan húmeda y claramente le palpita y no su corazón.

—Ya déjate de idioteces.

Me alejo un poco y sigo riendo.

—Te voy a castigar.

—Haz lo que quieras, no diré nada.

Me pongo el preservativo y vuelvo a estar entre sus piernas, le doy otra nalgada y ella soporta el deseo de gritar.

Conquista a mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora