Álvaro se encontraba apoyado del umbral de la puerta, embobado por la imagen que tenía ante sus ojos. Anisa se encontraba frente al espejo, terminando de alistarse para acompañarlo a la reinauguración del hotel Plaza, el proyecto en el que había estado trabajando en los últimos meses. Estaba doblemente emocionado, por la culminación del proyecto y porque finalmente presentaría a Anisa como su prometida ante sus socios y demás amigos. Al evento, también asistirían los alemanes, con los que pensaba finalmente sellar el trato, para así expandir la empresa inversora que representaba.
Su chica estaba nerviosa respecto a lo que ocurriría esa noche. Era primera vez que iría a un evento similar a ese, pero sabía que con su carisma, y peculiar sonrisa, se metería en el bolsillo a todo aquel que se le acercara. De igual manera, a la reinauguración asistirían sus familiares, lo que le facilitaría las cosas a Anisa. Con ellos presentes, le sería más fácil entrar en ambiente.
Se acercó a la morena y la abrazó desde atrás, apoyando su espalda contra su pecho. Viendo a través del reflejo del espejo, lo bien que lucían juntos. Cada día que pasaba, se sentía más orgulloso de ella. Era una mujer en todo el sentido de la palabra, y eso lo convertía en el hombre más afortunado de todos.
—Estás hermosa —susurró en su oído—. Por seguridad, no te apartes de mí lado. Estoy seguro que más de un caballero intentará acercarse a ti.
Anisa sonrió. Llevaba un vestido de manga corta, con franjas en blanco y negro, el cabello suelto, dejando al aire libre sus definidos rulos, y para completar el outfit, decidió aplicar un maquillaje sencillo, acentuando sus labios, con un color rojo carmesí, que la hacía lucir aún más seductora.
—¿Y eso sería un problema? —indagó. Álvaro asintió y ella se giró para quedar frente a él, colocando sus brazos alrededor de su cuello —. En ese caso, ambos tenemos el mismo problema. Tu estas como para comerte y seguramente muchas querrán acercarse a ligar contigo —su príncipe llevaba una barba de tres días que le daba un aire salvaje, aunado a eso, vestía un traje blanco con corbatín negro, que lo hacía ver lleno de luz. Por lo que, no dudaba que las mujeres solteras quisieran ir a por él.
—En ese caso —dijo elevando la comisura de su labio, esbozando una media sonrisa—, reitero lo de permanecer uno al lado del otro durante toda la noche, así a todos les quedará claro que nos pertenecemos el uno al otro.
—Entendido. Tus deseos son órdenes para mí —soltó, emulando la frase que con frecuencia él le decía.
Álvaro soltó una leve carcajada. Su chica, y sus ocurrencias, lo llenaban de alegría.
—Ya hablando en serio. ¿Crees que les guste? —el semblante de la morena cambió de repente. No podía evitar sentirse nerviosa, sería la primera vez que compartiría con el círculo social de su chico y temía no estar a la altura del evento. Sabía la importancia que tenía ese proyecto para Álvaro, al igual que el que pensaba sellar con los alemanes.
—Por supuesto que lo harás. Eres la mujer más adorable de este planeta.
—Nunca he asistido a un evento como este y no... —titubeó— no quiero hacerte quedar mal.
—Amor —dijo acariciando su mejilla—, solo se tú misma. Te van a adorar.
—Es que...
Sin dar oportunidad a que ella agregara algún otro comentario, tomó sus labios y le dio un suave beso, no quería arruinar su maquillaje. Comprendía que estuviera nerviosa, de hecho, había estado muy callada durante el día, cosa que no era habitual en ella, pero no había nada que temer, él estaría allí en todo momento para respaldarla y hacerla sentir en ambiente.
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Más que Blanco y Negro
RomanceAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...