Capítulo 41

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Julia y Cristina no sabían qué hacer. Hacía un par de minutos que se habían presentado ante el grupo de trabajo de Álvaro, indicando que la rubia era su prometida. ¿Por qué Álvaro había hecho aquello? Las había dejado mal paradas ante esas personas, las había dejado en ridículo.

Cuando decidió seguirle la corriente a Julia, Cristina, jamás imaginó que sería humillada de esa manera. El tiro le había salido por la culata. Cuando su padre se enterara de lo que acababa de ocurrir, como mínimo la desheredaría. Para él, nada importaba más que la apariencia y el qué dirán.

—Señora Julia. ¿Me puede explicar lo que está pasando? —exclamó Javier, el socio mayoritario del Grupo de Bilbao. Que como el resto de los presentes, no comprendía lo que estaba pasando— Usted nos acaba de presentar a esta joven como su futura nuera, pero su hijo acaba de presentar a otra mujer como su prometida. ¿A que están jugando? Estas personas —dijo señalando al grupo de alemanes que tenía al lado—, son futuros socios de la compañía y no les gusta que le tomen el pelo. Está en juego la reputación y credibilidad de su hijo.

Julia no supo qué responder. Cuando resolvió presentar a Cristina como su futura nuera, no consideró ningún otro escenario. Álvaro no era un hombre impulsivo, ni mucho menos espontáneo. Nunca lo hubiese imaginado haciendo algo semejante.

—Yo me retiro —comentó la rubia. Ya no soportaba estar ni un segundo más en aquel lugar. Moría de vergüenza. Solo esperaba que su fallido romance con el Avellaneda, fuese olvidado rápidamente, por ahora, desaparecería de escena pública por un tiempo—. Ya hablaremos después, Julia —se dio media vuelta y se marchó con la cabeza gacha, para evitar toparse con alguien.

En vista de la pronta partida de la rubia y que Julia no emitía palabra, Javier, aprovechó que Álvaro caminaba hacia ellos acompañado de la morena que había presentado públicamente como su prometida y lo increpó.

—¿Me quieres explicar, qué demonios está pasando? Hace unos minutos tu madre nos presentó a una rubia como tu prometida, pero tú subes al escenario, y presentas a otra. ¿Te das cuenta del problema que esto nos puede traer con los alemanes? Son personas muy conservadoras y bien sabes que odian las bromas.

Ante la presencia de su hijo, Julia seguía sin poder articular palabra. Lo menos que quería era generarle un problema laboral. ¿Por qué había tenido que ceder a su impulso? Si arruinaba la sociedad de Álvaro en el grupo de Bilbao, este no se lo perdonaría jamás. Había trabajado muy duro para lograr aquello.

—No te preocupes Javier. Todo tiene una explicación. Esto no ha sido más que un mal entendido —respondió Álvaro, sin soltar la mano de su morena, y dándole una mirada cargada de reproche a su madre.

—¿Cuál de las dos es la prometida? —preguntó uno de los alemanes en su idioma.

A lo que un traductor que tenían contratado para la ocasión respondió:

—Al parecer la morena, señor. La que subió con él al escenario.

—¿Pero esto es una broma? —espetó el mayor de los alemanes— Porque si lo es, es de muy mal gusto, y no sé si me gustaría firmar un contrato, con alguien que no tiene claro ni con quién quiere casarse.

—Disculpe. Aquí nadie le está tomando el pelo, solo ha sido un malentendido y me parece injusto que rechace el proyecto sin antes escuchar lo que pasó —intervino Anisa en un perfecto alemán. Afortunadamente en el tiempo que vivió en Múnich aprendió el idioma. Esa era una de sus grandes cualidades, aprendía con facilidad otras lenguas.

Álvaro, Javier, Julia y demás personas que se encontraban allí, quedaron sorprendidos al escuchar a la morena hablando en aquel idioma. Álvaro sabía que dominaba el inglés y el italiano, pero no el alemán. Una vez más, su chica lo había sorprendido.

Más que Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora