Anisa se despertó al escuchar el fuerte ladrido de Tequila, anunciando la entrada de su amiga Triny al departamento. Sentía su cuerpo un poco adolorido por la fuerte actividad física a la que lo estuvo sometiendo en los últimos días. Álvaro y ella estaban cumpliendo a cabalidad su nueva regla, Donde y cuando una de las partes quiera. El Príncipe Oscuro estaba irreconocible, se mostraba atento y al pendiente de sus necesidades, invitándole a comer, llevándola a su casa al finalizar su turno en el bar y yéndola a buscar una que otra tarde al café de Menchú. Se podría decir, que la conexión entre ellos iba más allá del sexo, aunque todavía no se percataran de ello. Podían pasar horas follando o simplemente conversando sobre trivialidades de su día a día. Si algo disfrutaban, era de su compañía.
—Ani, vengo a invitarte a la clase de yoga que daré hoy en la playa —comentó Triny mientras le retiraba de manera abrupta las sábanas a su amiga —. Y te advierto que no aceptaré un no por respuesta.
—Hoy es mi día libre —se quejó— déjame dormir.
—Lo siento, pero tengo muchos días esperando para conversar contigo y si no me le adelanto a cierto galán, me dejaras esperando una vez más.
Anisa sabía que su amiga tenía razón. Desde que fueron a la disco a celebrar su ascenso, no habían tenido la oportunidad de conversar sobre la presencia de Álvaro en aquel lugar y mucho menos sobre lo que pasó una vez que se marchó con él.
—Está bien, déjame asearme y nos vamos.
Triny asintió satisfecha. Por fin la interrogaría y sabría qué era lo que le estaba pasando con el guaperas con el que la había visto los últimos días.
Cuando llegaron a la playa, Anisa respiró profundo, inhalando el olor a salitre y sintiendo como los rayos del sol le calentaban la piel. Amaba el mar, era su lugar favorito en el mundo, su cable a tierra, el sitio donde se liberaba de todas aquellas cargas que llevaba sobre sus hombros.
—Debo reconocer que es una excelente idea el hacer una clase de yoga frente al mar —musitó.
—Sí, ya verás que al finalizar la clase estarás súper relajada.
En efecto, así fue. Para cuando terminaron la clase se sentía totalmente relajada y conectada con su mente y alma. Una vez que se retiraron los alumnos de Triny, se sentaron frente al mar. El paisaje, y el sonido de las olas no tardaron en envolverla. Cerró los ojos para disfrutar aquel momento de paz, y de pronto comenzó a imaginar cómo sería el pasar un día en aquel maravilloso lugar acompañada por su Príncipe. De inmediato desecho aquella idea, seguramente, él no sería capaz de apreciar una actividad tan simple como esa. Además, lo de ellos era solo sexo, y en una relación de ese tipo no había cabida para paseos, ni interacciones afectuosas.
—Ahora sí. Cuéntame sobre el guaperas que te fue a buscar al bar —la abordó Triny, sacándola de sus cavilaciones.
—No hay mucho que contar —se encogió de hombros—. Es solo sexo.
—¿Ósea que es un follamigo?
—No sé si es correcto usar ese término, porque amigos, lo que se dice amigos, no somos.
—Entonces, ¿qué son? —insistió.
—Ya te dije, es solo sexo —la cortó.
—Entiendo. Ahora repítetelo hasta que te lo creas —se mofó.
Anisa soltó una carcajada, si algo tenía su amiga, era que la conocía muy bien.
—La verdad es complicada. Él es uno de los dueños del bar, por lo que es mi jefe, y aunque sé que no está bien lo que estamos haciendo, me es imposible parar.
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Más que Blanco y Negro
RomanceAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...