Cuando llegaron al bar, Óscar fue directo a la barra a pedir los tragos, el humor de su amigo no estaba como para esperar a que un camarero los atendiera.
— Ten, te pedí un whisky doble — dijo Óscar mientras le entregaba el trago — iré por una chica, necesito desestresarme. Te veo más tarde.
Se bebió el contenido de su vaso de un solo trago, la sensación del licor quemar su garganta alivio la efervescencia que crecía dentro de él. Su madre sí que sabía sacarlo de sus casillas. Dejó su vaso sobre la mesa, y vio como su amigo ya le estaba haciendo ojitos a una chica.
Buscó con la mirada a la morena, necesitaba otro trago y quería que fuera ella quien lo atendiera, deseaba de alguna manera, descargar su frustración con ella. Después de todo, el hecho de que su día fuera una mierda era su culpa, él habría soportado mejor la situación con su familia, si ella no hubiese alterado su día.
Anisa, que ya había notado la presencia del príncipe oscuro, decidió que lo mejor era no acercarse a él, la cara de mala leche que traía era peor que la que tenía esa mañana cuando lo había abofeteado. Lo mejor era evitar un encuentro, y no por cobarde, sino que no respondía sobre sus actos cuando estaba cerca de ese gilipollas y lo más probable era que el quisiese desquitarse por lo que ella le había hecho. Se lo tenía bien merecido, no se arrepentía, estaba bien equivocado si pensaba que ella era alguien a quien humillar.
— Lucas necesito atiendas la mesa cinco, por favor, — pidió a su compañero, quien pasaba junto a ella en ese momento — ese es el sujeto que le golpeé las pelotas y no deseo verlo ni en pintura.
— Tranquila guapa yo me encargo — respondió, mientras se encaminaba a la mesa mencionada.
Álvaro no paraba de seguirla con la mirada, mientras esperaba que se acercara a atenderlo, se había colocado justo en la zona que la había visto hacerlo. Debía reconocerlo, era guapa, tenía unas hermosas piernas largas, una figura curvilínea que a cualquiera le resultaría tentadora, y una sonrisa tan deslumbrante que envolvía a todos a su alrededor.
— Buenas noches — una voz masculina lo saco de su embelesamiento — ¿Desea el caballero que le reponga el trago?
— S...si — titubeó, esperaba que fuese la chica quien lo atendiera — whisky doble en las rocas, por favor.
— A mí me traes lo mismo — pidió su amigo, que volvía a la mesa y se sentaba junto a él.
— En seguida se los traeré — dijo el camarero y se marchó, dejándolos solos
— ¿A quién observas? — preguntó Óscar, en tono burlón, siguiendo su mirada — ¿Acaso ya conseguiste pollita para de esta noche?
Álvaro negó con la cabeza, mientras su mirada seguía fija en los movimientos de la morena.
— Ni se te ocurra molestarla — amenazó — deja tus frustraciones en la cama con alguna rubia, mira que he visto varias está noche, y no están nada mal.
Óscar al darse cuenta de donde tenía la mirada fija su amigo, quiso ponerle un alto, lo conocía muy bien y sabía que cuando se lo proponía era bastante despiadado.
— Hoy no — replicó — solo necesito descansar.
— Ya veo que la visita a casa de tu madre te afecto.
Álvaro no respondió. No deseaba tocar ese tema.
Bebieron un par de tragos más y Álvaro seguía taciturno, solo respondía con monosílabos a la conversación que mantenía con Óscar. Inconscientemente su atención estaba puesta en los movimientos de la camarera.
ESTÁS LEYENDO
Más que Blanco y Negro
Roman d'amourAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...