Capítulo 42

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 «¿Un bebé?», Pensó.

La respiración se le agitó, las manos le comenzaron a sudar y su corazón latió a mil por hora. Cayó en el sofá casi inerte, la noticia lo dejó en shock, y un montón de pensamientos se arremolinaron en su cabeza. Anisa estaba embarazada. ¿Cómo era eso posible si ella se había puesto en control natal? Quizás se trataba de un error.

Entonces, recordó los síntomas que ella presentó esa última semana y todo hizo clic en su mente. Los mareos, la falta de apetito, su fragilidad y su inseguridad. Al recapitular todo aquello, comprendió que ese había sido el motivo de su partida. Lo más probable era que Anisa temiera su reacción. ¿Qué iba a hacer? La amaba y daría todo por ella, pero tener un hijo, definitivamente no estaba en sus planes.

No sabía qué sentir y mucho menos que pensar. Tenía una presión en el pecho, un cúmulo de emociones que lo ahogaba. La noticia le cayó como balde de agua fría. Tener un hijo era algo que nunca consideró, ni siquiera al estar comprometido con su morena, se lo planteó. ¿Ahora, qué iba a hacer?, lo primero que pensó fue en salir de ese lugar, allí todo le recordaba a Anisa y no le permitía pensar. Necesitaba despejar su mente, y deliberar, si esa era una responsabilidad que quería en su vida y estaba dispuesto a afrontar. Tomó las llaves de su auto y salió de su departamento sin un rumbo fijo.

Recorrió la ciudad, con solo una imagen en mente, su morena. Los momentos vividos y la manera en que ella conquistó su corazón ocuparon cada uno de sus pensamientos. A esas alturas, no imaginaba su mundo sin ella, por ello, llegó a la conclusión de afrontar aquella realidad. Lo del bebé era lo último que esperaba, pero cuando por fin logró procesar la noticia, no se sintió disgustado, ni mucho menos desilusionado, al contrario, un extraño sentimiento de orgullo y satisfacción se implantaron en su pecho. Iba a ser padre, su torpona, el amor de su vida, le daría un hijo, un niño o niña, que sería la prueba viviente de su amor. Su vida había comenzado cuando se tropezó con Anisa y esta le enseñó el verdadero significado del amor.

Después de manejar sin rumbo por más de dos horas, llegó a su oficina y todos lo miraban desconcertado, no parecía el Álvaro Avellaneda controlado al que estaban acostumbrados, llevaba su cabello algo revuelto y su traje desarreglado, pero nada de eso le importaba, estaba allí solo para notificar que se ausentaría por unos días, quería enfocarse en encontrar a su amor. Afortunadamente, ya se había cerrado la negociación con los alemanes y no era necesaria su presencia, y la verdad, su trabajo poco le importaba, ahora solo le importaba encontrar a Anisa y aclarar su situación. La buscaría hasta debajo de las piedras, de ser necesario.

Se sentó frente a su escritorio y llevó las manos a su cabeza, por primera vez en su vida no sabía qué hacer. Se comunicó con Triny, Menchú, con los encargados del centro comunitario y nadie tenía idea de su paradero. Al parecer, sus amigos, no tenían idea de lo que le pasaba, o por lo menos, eso le hicieron creer. Les rogó y suplicó para que le dijeran dónde se encontraba, pero fue inútil, ninguno dijo nada. Se levantó de su silla y se sirvió un whisky. Debía pensar con detenimiento y repasar cada una de las palabras que le dijo su chica cuando se despidió.

Ella dijo que se iría de viaje, que necesitaba unos días, pero al no especificar el destino y mantener su teléfono apagado, le complicaba mucho las cosas. También dijo que regresaría, pero él no podía esperar, o mejor dicho, no se podía arriesgar, ya sabía la razón porque había huido y corría el riesgo de que por temor, se negara a regresar.

Insistió en llamarla una vez más, y como siempre, fue directo al buzón. Entonces colgó, no quería dejar un frío mensaje de voz. Lo mejor era buscarla, y comenzaría por su tierra natal, Elche. Quizás sus familiares supieran su paradero, por eso, había evitado el comunicarse con ellos, porque de saber dónde se encontraba, no se lo dirían, pero sería diferente si él se les plantara en la casa, de esa manera les sería difícil eludirlo y ocultarle la información.

Más que Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora