Días después, Anisa regresó de Elche. Había logrado dejar todo en orden con su familia, su madre había accedido a volver a las reuniones de alcohólicos anónimos y esperaba que esta vez tomara en serio su recuperación. Ni su padre, ni su hermana merecían una preocupación adicional a la que tenían. Era consciente de que con cada día que pasaba, su padre necesitaba con más urgencia aquella operación, seguía en la lista de espera, y no tenía el dinero suficiente para poder costearla. Era una carrera contra el reloj, que contra todo pronóstico pensaba ganar.
No obstante, la vida la sorprendió una vez más. Cuando estuvo en Elche, recibió una llamada de parte de la agencia de servicios para la que trabajaba, donde le informaron que debía pasar por sus oficinas, tenían un par de puntos que conversar con ella.
De regreso a Valencia, fue lo primero que hizo, pensó que aquella reunión se debía a cambios en los sitios que debía limpiar, lo cual era bastante común. Pero para su sorpresa, la habían llamado para despedirla. Al parecer el dueño del palacio de hielo, el departamento que tenía todos sus muebles en blanco y negro, había prescindido de los servicios de la agencia, debido a que se le había extraviado un reloj Rolex. Por los momentos, el caso estaba bajo investigación, pero al ser ella quien estaba al cargo de la limpieza de dicho lugar, era la primera sospechosa, y por ende, debían someterla al procedimiento de rigor. Al tratarse de un cliente tan exclusivo, la empresa estaba haciendo todo lo posible por hacerle la devolución de aquel bien, y así evitar una demanda legal que acabaría con el prestigio que se había forjado en los últimos años.
Ese día, lo pasó entre interrogatorios, declaraciones y un allanamiento a su pequeño departamento. Todo por culpa del bendito reloj extraviado. No entendía qué había pasado, ella limpiaba aquel lugar, pero nunca se husmeó ningún cajón, ni ninguna gaveta. Seguramente el dueño, lo había extraviado y ni cuenta se había dado, pero como se trataba de una joya costosa prefería echarle la culpa al servicio de limpieza para que estos se la repusieran. Lo malo, es que le había costado su empleo. Ciertamente, de sus tres oficios, era el que menos le gustaba, pero sin duda esa entrada de dinero le haría falta, y lo que más le molestaba era el hecho de haber salido de allí como una ladrona, cuando no era así.
Para cuando terminó todo el procedimiento con la empresa de servicios, ya era demasiado tarde para ir al café de Menchú, por lo que salió con Tequila a dar un paseo y así despejar su mente antes de ir al bar. Esperaba que esa fuese una noche fructífera y que compensara el horrible día que había tenido.
***
Álvaro se encontraba desde tempranas horas en el Molino Rojo, al pendiente del regreso de Anisa. Quería verla, y contarle en persona, los avances que había tenido con Emma. Desde que se había disculpado con ella y habían acordado no contarles nada a sus padres, él se encargaba de llevarla y buscarla al colegio o a cualquier lugar que deseara ir, temía que aquel imbécil intentara acercarse a ella. Al ser menor de edad y no estar sus padres en conocimiento de lo sucedido, no podían solicitar una medida cautelar para aquel sujeto, y por ello, decidió encargarse de la seguridad de su hermana personalmente.
Estaba concentrado en unos papeles cuando escuchó que llamaban a la puerta.
—Adelante —indicó.
Al ver la figura que se asomaba por la puerta, no pudo evitar sonreír. Se trataba de Anisa. Había dado claras instrucciones de que cuando llegara la enviaran directo a su oficina y le agradaba saber que habían cumplido su petición.
—¿Me mandó a llamar Sr. Avellaneda? —preguntó mientras caminaba en dirección a su escritorio.
Cuando se percató de la inmensa sonrisa que tenía en su rostro quedó hechizada, nunca lo había visto sonreír así, se veía tan guapo, tan sensual, que le dieron ganas de acercarse y comérselo a besos. Él le indicó que se sentara y justo cuando iba a hacerlo perdió el equilibrio, afortunadamente logró agarrarse de la silla antes de caer al suelo, ¿Por qué siempre tenía que pasarle algo así cuando estaba cerca de él?
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Más que Blanco y Negro
RomanceAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...