Tequila, emocionada al ver al príncipe sentado junto a su ama, se acercó a él, y gustosa, lo saludó. Álvaro pensó que al menos la perrilla se contentaba de verlo, cosa que no había pasado con su mujer. Con cariño, la llenó de mimos a la espera de que Anisa emitiera alguna palabra, pero parecía estar sumida en sus pensamientos y no deseaba presionarla.
Estaba desconcertada por verlo allí. ¿Cómo la había encontrado? Por precaución no había llamado, ni le había comentado a nadie lo que haría, ni a dónde se dirigía. Necesitaba tiempo, aún no estaba preparada para hablar con él. Sin embargo, estaba consciente de que no tenía escapatoria, Álvaro no se iría de allí sin respuestas. Había llegado el momento de sincerarse, pero, ¿cómo se lo decía? ¿Por dónde empezaba? Las horas que tenía frente al mar no habían sido suficientes para hallar las palabras adecuadas para dar aquella noticia, ¿qué iba a hacer?
Se miraron fijamente durante varios segundos, sin pronunciar ni una palabra, cuando por fin, Anisa reaccionó y preguntó:
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde estaba?
Emocionado al verla reaccionar, se acercó a su boca, la besó. Y sobre ella susurró, obviando la pregunta que le había hecho:
—No me puedes seguir ocultando cosas, apagando el teléfono, o huyendo de mí, cada que se presente un problema. Somos un equipo y no importa lo que pase, juntos, todo lo podemos solucionar. ¿Entendido? —de momento, no quiso mencionar que sabía lo del embarazo, primero quería hacerla entender, que nada, absolutamente nada, podía apartarla de él.
Como ella, nuevamente, se quedó callada y volvió su mirada hacia el mar, Álvaro la tomó de la barbilla, obligándola a mirarlo, y volvió a preguntarle:
—¿Entendido?
Como una autómata, asintió con la cabeza. Él tenía razón, no podía salir huyendo cada vez que tuviesen un problema, de hecho, ella no era ese tipo de persona, pero en esta oportunidad se sentía bloqueada, ahogada en un mar de emociones. Por primera vez en su vida no sabía cómo manejar lo que le estaba pasando. En ese momento, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener las lágrimas que amenazaban con salir.
—Bien —musitó él, mientras de igual manera asentía, al ver que estaba captando sus palabras—. Porque como te dije, no voy a permitir que te alejes de mí.
Álvaro observó cómo una lágrima descendía por su mejilla y con delicadeza, la limpió con su pulgar, y posteriormente le dio un suave beso, saboreando la sal con sus labios. Quería hacerla sentir segura, que no había nada por lo que temer.
—Amor, habla conmigo por favor —le dijo. No soportaba el verla conteniendo sus emociones.
Seguramente se debatía entre contarle lo del embarazo, o seguir ocultándolo, hasta sentirse plenamente segura de su amor. Pero ese simple gesto, logró que ella derribara sus barreras, y terminara soltando aquello que tanto la atormentaba.
—Estoy embarazada —murmuró—. La píldora ha fallado debido al medicamento que tomé luego del accidente con la moto —hizo una pausa—. Al parecer, le cortó el efecto —la voz se le quebró y se llevó las manos a la cara, tratando de ocultar su rostro. Temiendo la reacción de su príncipe. Sin embargo, se sentía aliviada. El simple hecho de haberlo confesado le había quitado un peso de encima.
—Lo sé —soltó él. Dejándola patidifusa y obligándola a descubrirse el rostro.
—¿Cómo es que lo sabes? —preguntó intrigada. Eso no era posible, a parte de ella, solo Triny lo sabía y su amiga no sería capaz de contarlo.
—Después de que me llamaras para despedirte, hice lo posible por terminar cuanto antes la reunión, y fui a casa con la esperanza de encontrarte allí, y evitar que te marcharas. A pocos minutos de haber llegado llamaron de la unidad de ginecología y obstetricia del IMED, para decirte que adelantaron la fecha de tu cita para el control de la natalidad. Así fue como me entere.
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Más que Blanco y Negro
RomanceAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...