Capítulo 2

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 Álvaro se encontraba en compañía de su hermana y sobrino en un local de comida rápida. Su hermano Maximiliano les había notificado que se les uniría, una vez terminadas sus clases.

—No entiendo como traes a tu hijo a comer a este tipo de lugares. Por dios, que eres una profesional de la medicina —exclamó. Era amante de las comidas sanas. Para él las frituras y demás comidas rápidas no los consideraba alimentos.

—Esto no tiene nada de malo, a menos que lo hagas con frecuencia. ¿O se te ha olvidado que papá nos llevaba a sitios como este cuando éramos chicos?—Alegó Daniela, mientras observaba a su hijo que estaba en el área de juegos.

Álvaro se tensó, como le ocurría cuando se mencionaba a alguno de sus padres, en especial a su padre. Tras el divorcio, Salvador se alejó de sus hijos, pasaron de vivir juntos y compartirlo casi todo, a verse pocas veces al año. Cosa que él jamás le pudo perdonar. Puede que la relación matrimonial acabe, pero no debería ocurrir lo mismo con la relación con los hijos, ya que, ellos serán tus hijos para toda la vida.

Desde entonces, hizo todo lo posible por no parecerse a su padre. En primer lugar estudió una carrera totalmente opuesta a la que él ejercía. Decidió que no se enamoraría, ni tendría descendencia, para así evitar una ruptura familiar como la que había sufrido. Sin embargo, no descartaba la idea de un matrimonio. Como él lo veía, era una transacción de intereses, y para su suerte, en el mundo actual, existen mujeres que comparten esa visión. Mujeres que no desean descendencia, pero si a alguien con quien compartir la vida.

Durante un tiempo creyó haber encontrado a la chica perfecta para cumplir el papel de su esposa. Pero, a pesar de tener varias cosas en común, como la pasión y entrega por su trabajo, la relación no pasó a mayores, ella quería algo más y consciente de que no se lo podía dar, la dejó ir.

—La verdad es que, de Salvador no recuerdo nada —respondió cortante.

—Álvaro, por favor ¿Hasta cuándo vas a seguir enojado con papá?

Su hermana no comprendía por lo que había pasado. Siempre hizo lo posible porque sus hermanos no se dieran cuenta de los problemas que había alrededor. Su madre lloraba constantemente por el abandono y pérdida de su matrimonio, cosa que lo marcó. Nunca le perdonaría a Salvador el dolor que le causó a su familia.

—Daniela —dijo en un tono de advertencia—, no es un tema del que me apetezca hablar, así que mejor lo cambiamos.

Daniela al ver el rictus serio en su hermano, decidió tomarle la palabra. Lo menos que quería era discutir con él. Llevaban mucho tiempo sin verse, ahora se trataba de compartir y recuperar el tiempo perdido.

—Vale. Cuéntame ¿Qué tal la has pasado en tu visita relámpago por Oviedo? ¿Cómo has visto a Lucia?

—Me ha ido bien, logre darle vuelta a unas inversiones que tiene la empresa por allá. Y en cuanto a Lucia, la he visto muy feliz, dedicada a su familia. Se ha tomado una licencia por un año, no quiere dejar a la niña en la guardería hasta que cumpla el año de edad. Cosa que me parece muy razonable.

—No sabes cuánto me alegra, le tomé mucho cariño a Lucia, es una gran mujer.

Álvaro había invitado a Lucia a pasar unas navidades con su familia. Por motivos laborales, a la rubia se le había hecho imposible viajar a Alemania donde se encontraba su madre. Desde el momento en que la conocieron, todos, incluyendo a su madre, la habían adorado. Por ello, se mostraron sorprendidos cuando él les notificó su ruptura, y más cuando les anunció que se había casado y él sería el padrino de su pequeña hija.

—Sí que lo es. Yo también me alegro de verla tan feliz —adoptó un tono de voz melancólico—, merece eso y más.

Daniela observó un deje de tristeza en la mirada de su hermano. Ella sabía lo especial que era Lucia para él. Sin embargo, siempre estuvo consciente de que ella no era la mujer con la que su hermano terminaría su vida, eran demasiado parecidos, él necesitaba a alguien totalmente opuesto, que le demostrara que la vida iba más allá de cumplir horarios y reglas. Tomó su mano por encima de la mesa y preguntó:

Más que Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora