Capítulo 31

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El mar era su sitio favorito, el solo escuchar el sonido de las olas la llenaba de paz. O por lo menos, así era antes de conocer a su príncipe oscuro. ¿Por qué tenían que tener eso en común? Estaba sentada a la orilla de la playa y lo menos que sentía era paz, de hecho, le era imposible volver a tenerla, sin Álvaro a su lado. Ya no disfrutaba de aquel lugar porque le hacía falta su presencia. Sin duda, lo más difícil de tomar decisiones, era el vivir con las consecuencias.

Habían pasado tres semanas desde que decidió cortar su relación. Las tres semanas más duras y difíciles de su vida. Tres semanas sintiendo su pecho oprimido por el dolor y echando de menos su sonrisa, sus caricias, en fin, añorando todo de él. Pero, no se podía volver atrás. Confiaba en que el dolor sería pasajero, solo debía poner todo de su parte y seguir adelante, hasta sacar a Álvaro de su corazón.

Por ahora, había vuelto a adoptar la rutina que tenía antes de conocerlo. Retomó el trabajo de limpieza, evidentemente el palacio de hielo no estaba entre los sitios a los que le hacía servicio, y tomó más horas en el centro comunitario. Entre los tres empleos y las clases de arte que dictaba, limitaba el tiempo para pensar en él.

Haría lo que fuese necesario para olvidarlo, inclusive, poner tierra de por medio. Su padre seguía empeorando y su familia la necesitaba, por ello, consideraba que era una buena idea el volver a Elche. Lo único que le preocupaba, era que en su ciudad natal, no había muchas ofertas laborales, pero se las apañaría. Ahora que estaba retomando su vida, se sentía un poco culpable por no haber compartido lo suficiente con su familia en el último tiempo.

—¿Quisiera saber, qué está pasando por esa loca cabecita?

La voz de Triny la sacó de sus cavilaciones. Le había pedido que la acompañara a la playa a una de sus clases de Yoga. Estaba preocupada por ella e insistió para que saliera de casa para que despejara un poco la mente.

—Si te lo cuento, me dejarías de hablar.

—No seas tonta, eres como mi hermana, jamás te dejaría de hablar, por muy estúpida que fueras —dijo en tono de broma.

Anisa le dio una sonrisa, que por más que lo intentó no llegó a sus ojos. A leguas se notaba lo triste y melancólica que se encontraba.

—Estoy considerando volver a Elche.

—¡¿Te volviste loca?! —gritó— Retiro lo dicho, creo que te dejare de hablar. ¿Qué demonios te pasa, Aní?

—Mi padre ha empeorado, mi familia me necesita y yo necesito dejar de ver a Álvaro o de lo contrario...

—¿De lo contrario que? ¿Te darás cuenta de la enorme estupidez que cometiste?

—No fue una estupidez, hice lo que era mejor para los dos.

—Aja, ahora repítelo hasta que te lo creas.

—Triny...

—Ani...

Se desafiaron con la mirada y Anisa pensó que lo mejor era permanecer con la boca cerrada. Su amiga no comprendería las razones por las que ella tomó esa decisión.

Después de un par de minutos en silencio, Triny no se aguantó y volvió al ataque, tenía que hacer reaccionar a la morena, como diera lugar.

—Entiendo tu molestia —comentó. Dándole la razón, quizás su amiga bajara un poco la guardia—. No le caes bien a la madre, ella ni siquiera te ha hecho el intento de conocerte, te ha juzgado y se está comportando como una chiquilla maquiavélica, metiéndole por los ojos a otra mujer. Pero, esa no es razón suficiente para que cortaras tu relación con él —vio que había logrado su objetivo y que pese a lo cruda de sus palabra tenía acaparada toda la atención de Anisa y continuó—: él siempre te demostró que no se dejaba coaccionar por ella, e inclusive, tenía la intención de que lo acompañaras a la dichosa cena.

Más que Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora