Anisa abrió los ojos y se encontró envuelta en los brazos de su príncipe oscuro. Respiró profundo y absorbió aquel olor masculino que se había quedado grabado en su ser. Durante varios minutos, lo observó y detalló cada una de sus facciones, como si quisiera memorizarlas una a una. Su rostro relajado lo hacía ver más joven e incluso más guapo, era un hombre tan varonil que le era imposible no sentirse tentada a besarlo. Inhaló aquel embriagador aroma una vez más, e hizo ademán de levantarse, debía alejarse de él o de lo contrario no soportaría más y lo besaría, sin embargo, el fuerte agarre de Álvaro se lo impidió. Estaba tan inmersa en aquel momento que no se percató de que estaba despierto y la había atrapado observándolo como una boba.
—Buenos días Torpona —susurró Álvaro.
—Buenos días —dijo, con la voz amortiguada por la cobija.
Intrigado, él la observó con detenimiento y al ver que tenía la cobija sobre la boca, frunció el ceño.
—Es que el aliento matutino no es de mis favoritos—respondió a su duda y sin darle tiempo a comentar nada, preguntó— ¿Cómo pasaste la noche, sé que no debes estar acostumbrado a dormir en estas condiciones?
—Dormí de maravilla —respondió sonriendo y copiando su acción. A pesar de sentir su cuerpo un poco adolorido por pasar la noche en el piso, durmió plácidamente, como no lo hacía en días —creo que se lo debo a la compañía— dijo mirándola y posteriormente bajando la mirada a sus piernas.
Anisa observó sorprendida, como Tequila estaba muy a gusto recostada sobre las piernas de él, prácticamente las estaba usando de almohada. Su mascota era insegura y desconfiada, sobre todo con el sexo masculino, pero con Álvaro no parecía sufrir trauma alguno.
—Disculpa eso —murmuró apenada. No sólo durmieron en el suelo sino que compartió cama con su perrita.
—De verdad no fue molestia, dormí como un bebé —afirmó atrayéndola más a su cuerpo y aspirando su dulce aroma. En ese momento solo quería sentirla.
Estaban muy a gusto disfrutando de aquella cercanía, cuando la voz de Emma rompió el momento.
—¡Ouch, mi cabeza! —se quejó con voz ronca. Al parecer, la borrachera ya le estaba pasando factura.
Anisa se puso de pie y se le acercó a la joven.
—Tranquila. Te prepararé un té para que lo tomes con una pastilla para ese dolor de cabeza, mientras tanto permanece acostada.
La joven asintió y permaneció en la cama en posición fetal, se sentía fatal. Mientras que su mente trabajaba a toda máquina, tratando de dilucidar el lugar en el que estaba y como había llegado allí.
—Espero que con eso, aprenda a que no debe beber de esa forma, ni mucho menos salir con cualquier mequetrefe —comentó Álvaro en tono molesto.
—Recuerda que tienes que hablar con ella, no reclamarle —le susurró Anisa.
—De acuerdo —suspiró—. También debo llamar a mis hermanos.
De mala gana, Álvaro se levantó de la cama improvisada, ¿Por qué Emma tuvo que levantarse tan rápido? Apenas habían pasado unos segundos y ya anhelaba el calor corporal de la morena. Pasar la noche junto a ella, fue tan o igual de agradable que follar con ella. Se dijo que ya habría tiempo para repetir aquello y procedió a llamar a Maxi y Daniela, debía contarles lo ocurrido la noche anterior con su hermana menor.
Anisa aprovechó de asearse, hacer café y un té de hierbas que ayudaría a Emma a asentar su estómago y mitigar el dolor de su cabeza ya que no lograba abrir los ojos sin sufrir.
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Más que Blanco y Negro
Roman d'amourAlvaro Avellaneda es un exitoso empresario, que en su afán de ser reconocido por su trabajo y no por el apellido de su padre, ha olvidado la importancia del amor y de disfrutar de la vida. Para él todo se basa en cumplir las reglas, hasta que, por...