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La curiosidad lo estaba matando.

Llevaban aproximadamente veinte minutos en el departamento al que su padre lo había llevado, pero desde que llegaron el mayor no se había despegado del móvil y no habían podido hablar.

Comenzaba a creer que le había dicho eso, para que cediera y alejarlo de esa casa.

Hasta le había quitado el móvil para que no pudiese hablar con Jisung, y se sentía frustrado.

Bufó molesto y se lanzó en el sillón de la pequeña sala, y fue en ese momento, que noto el montón de maletas. Extrañado, se levantó y se acercó a una de las que no conocía y la abrió.

— Eso es de Jisung.

— Lo sé — Giró su rostro, enfrentando a su padre. — ¿Entonces era real?, Nos ayudarás, ¿Cierto?

El hombre asintió y se sentó dónde había estado sentado segundos atrás.

— ¿Cuál es tu plan?

— Estoy seguro de que no te gustará, pero creo que puede funcionar.

— Ahora no sé si quiero escucharlo.

— ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea por Jisung?

— No debes preguntarlo — Suspiró angustiado.

— Entonces debes desaparecer.

El Lee menor examinó a su padre con la mirada, buscando alguna señal de broma, pero la seriedad reinaba en su rostro. — ¿Qué quieres decir con desaparecer?

— Bueno, básicamente tendrás que...

Quería correr a los brazos de su novio, pero había un problema, no tenía idea de dónde estaba Minho.

Habían pasado casi tres días desde la última vez que lo había visto. Tampoco sabía nada de Yesung, a pesar de ver su auto estacionado en la entrada de la casa durante las mañanas.

Su padre había sido claro al decirle que no podía salir, y supo cuan enserio había hablado, cuando en un intento de huída, dos tipos enormes lo atraparon corriendo por el jardín trasero.

Su móvil no funcionaba, y creyó por un día entero que se había dañado, pero noto que no tenía señal. Y tal como supuso, la tarjeta SIM había sido extraída, por lo tanto, no podía comunicarse con nadie por más que lo intentará. El móvil que Yesung le había dado para comunicarse con su madre también había desaparecido, como muchas de sus cosas, pero no le dió importancia, tenía otras cosas en que pensar.

Era un prisionero en su propia casa.

Esa noche, había bajado a cenar, a pedido de su padre, y de mala gana, tuvo que aceptar. Desde que Minho no estaba con él, había perdido toda la fuerza de discutir con su progenitor.

Una extraña y aguda risa lo detuvo de camino al comedor, y como buen metiche que era, camino sigiloso por la sala, hasta que asomo un poco la cabeza hacia la cocina.

Su padre acariciaba descarado el muslo de una mujer pelirroja.

Giró los ojos, asqueado por la escena, pero que su nombre surgiera entre su conversación le llamó la atención.

— ¿Entonces Jisung ya no está con ese chico, Mino? — Preguntó la fémina.

— Minho, y no, ya me encargue de eso.

— Eso es bueno, ¿ahora podemos seguir con lo planeado?

— No entiendo tu empeño porque tú hijo se case con él mío, pero si es lo que quieres, así será.

Kill This Love •Minsung•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora