Decisiones maternales

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*Narra Lucía

Me quede helada en nuestra entrada principal. Quería volver, besarlo y pedirle perdón por todo. Pero el orgullo pudo más. Estaba molesta y cegada. Es mi madre, ella me ha cuidado siempre. Me siento inútil. No puedo creer que luego de tantos años juntos él no conozca que pierdo mi cordura fácilmente cuando se trata de mi familia.

Estando hundida en mis pensamientos, mi pequeño interrumpe. Entre lágrimas y sollozos me pregunta:

-¿y papá? ¿No viene? - él seguía mirando hacia atrás. Lloré aún más. Sobre todas las cosas Damián amaba a su papá. Esta repentina separación causaría mucha tristeza en él. Otra vez pensé en las palabras que dijo Javier. Divorcio.

Aunque no quisiera aceptarlo, Javier tenía razón. No podía arriesgar a mis hijos. Viajar a Europa era muy riesgoso para mis hijas. Ya estaba muy alterada, tenía que calmarme y respirar profundo.

Luego me acordé que Javier había comprado una casita en el campo. Allí llegábamos cuando nos queríamos olvidar de todo. Nos divertíamos mucho. Ahora me dirijo allí para echarme a llorar.

Mientras conducía sentí un poco de dolor abdominal. Quizás era por todo estrés. Pensé en que podía ser una de mis bebés recalcandome que debo estar tranquila.

Llegamos a nuestra casita en el campo. Bajé a Damián y lo llevé a dentro para recostarme. La casa consistía de una cocina pequeña, un baño y una cama junto a la ventana.

Me recosté sobre mi espalda. Damián se acurrucó a mi lado. Lo abracé con todas mis fuerzas.

- ¿papá esta molesto?- preguntó curioso.

- No Dami, sólo... Debemos estar solos un poco. ¿Qué tal sí dormimos?- le dije mientras lo acomodaba y le arropaba.

Damián tenía la habilidad de dormiste con rapidez. No costó mucho que emprendiera en su sueño.

Mi teléfono suena. Espero que no sea Javier, pensé. Para mi buena suerte era Isabelle.

-¿Dónde estas?- preguntó preocupada.

- ¿Hay noticias de mamá?- pregunte obviando la primera pregunta.

- Lucía, necesito verte. Por favor ¿estas en tu casa?- parecía muy interesada en verme. Le expliqué donde estaba y parte de lo que había pasado.

- Ya voy en camino, ¿quieres que lleve algo de comer?-

- Si, pero sólo para Damián. Yo no tengo hambre.....-le dije. No tenía ánimos para comer.

-Tu no pero tus hijas si, llevaré pizza.- dijo ella en forma de regaño. Aunque Isabelle era menor ella actuaba como la mayor, En todo el sentido de la palabra.

En menos de 25 minutos ya estaba Isabelle llamando a la puerta, con la comida y su hija.

- ¡Tia!- grito Alanys corriendo hacia mi. Yo la levanté y le di besos.

-Cuidado Alanys, ¿Como estas hermana?- Preguntó Isabelle mientras me abrazaba.

-Destrozada. No se qué hacer, se que sólo fue una discusión. Pero me dolió mucho. No pienso volver a ese lugar. No por ahora.- le expliqué mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

- Tranquila aquí estoy.- dijo ella consolandome. - Vamos a darle de comer a estos muchachos, ya luego hablaremos.-

Servimos la pizza para los niños y yo comí unas frutas y yogures que muy inteligentemente trajo mi hermana.

Terminada la pizza, los pequeños se fueron a jugar. Nos quedamos solas Isabelle y yo.

- No dejes que el orgullo controle y destroce tu relación. Hablen las cosas, él quizás no quiso decir las palabras hirientes que dijo. Tu lo conoces mejor que yo. Estas embarazada de él, más no puedes separarlo de sus hijos para siempre.- Dijo ella mientras daba el último mordisco a su comida.

¿Qué hago con 6 hijos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora