I

12.4K 1K 432
                                    

La mirada de la chica castaña no estaba quieta al igual que sus pies, su nerviosismo estaba a flor de piel por no poder visualizar a su capitán y comenzaba a creer que la había dejado plantada una vez más. Una vez vio que se aproximaba hizo un puchero, obviamente estaba molesta por verlo llegar tarde pero no estaba en posición de reclamar nada a un superior.

–Capitán, por órdenes de Jean, me pidió acompañarlo a la misión.

La mirada de este pasó por ella unos cuantos segundos, el desinterés en su mirada era demasiado cortante y la pobre castaña gruñó molesta. Se limitó a seguirlo aun sabiendo probablemente que este se desviaría o haría cualquier otra cosa evitando la misión propuesta por Jean en un principio.

—Amber, tú qué ayudaste a Sora antes, ¿qué sabes de él?

La nombrada abrió sus ojos con sorpresa. Meditó un momento y antes de hablar, el mayor se detuvo y se dio la vuelta para mirarla esperando su respuesta. Varios segundos pasaron y ella por fin abrió su boca.

—Sé que llegó a Mondstandt hace poco con Paimon quien la encontró en su viaje. Gracias a una Estatua de los Siete pudo obtener el Ameno y que su poder está a otro nivel, según la señorita Lisa. Es todo lo que sé, capitán —concluyó con una sonrisita orgullosa de sí misma. El contrario asintió y continuo su camino. —. ¿Por qué la curiosidad?

—Solo quería saber eso.

La conversación murió súbitamente hasta ahí y el camino fue incómodo desde la perspectiva de la castaña. Sin embargo, consideró que era mejor así que sentirse entrometida por tantas preguntas que haría con respecto a Sora y Paimon. Así, después de una caminata larga, ambos estaban frente al Viñedo Amanecer, para ese entonces Amber quiso quedarse afuera, temía arruinar la conversación entre ambos lo cual desde el principio fue el plan del mayor.

La sonrisa de las chicas que trabajaban ahí se hicieron mayores, la presencia del capitán les provocaba que sus corazones saltarán. La jefa criada, Adeline, lo recibió con una leve sonrisa sabiendo ya a qué se debía su visita así que lo dejó pasar con la condición de no causar tanto alboroto.

—Parece que no me conoces, Adeline. —respondió con un tono de burla. Ella negó y abrió las puertas para dejarle la vista al maestro.

Todas aquellas veces en las que pensó que podría tener la oportunidad de verle en una situación diferente no se esfumaban. Estaba ahí, tan elegante como siempre incluso cuando no realizaba alguna actividad o algo por el estilo, simplemente estaba ahí, leyendo tranquilamente sobre uno de los sofás que, para sorpresa de nadie, también eran color vino. Su cabello rojizo recogido por una coleta y ese traje negro que iba tan bien con él.

Su miraba subió para ver a Kaeya y soltó un suspiro. Una reacción normal.

—¿Qué quieres? —soltó luego de unos segundos y el contrario se recostó en el marco de la puerta.

—No vengo a verte porque quiero, Jean nos encargó una misión y ocupo de tu ayuda.

—Sea lo que sea, es un no.

Kaeya chasqueó la lengua, pero esa sonrisa divertida seguía en su rostro, molestarlo era su actividad favorita, pero estaba en medio de una misión y era su prioridad. Iba a insistir, sin embargo, no contaba con que el pelirrojo cerrará su libro y se levantará para acercarse a él quedando frente a frente. La mirada de Diluc era fuerte, seria y segura que transmitía demasiado y al mismo tiempo nada, la curiosidad simplemente no se podía ocultar.

—Lo harás de todas formas. Te veo en la taberna mañana.

Pronto dejó el lugar y Diluc golpeó la pared levemente, reprimiendo su deseo de golpearlo a él porque en serio le molestaba esa maldita sonrisa y porque tenía razón: lo ayudaría por el simple hecho de verlo como un hermano menor.

Amber visualizó al capitán luego de pasar media hora observando con asombro las maravillas de la bodega y el viñedo gracias a las amables chics que trabajaban ahí. Corrió hasta llegar a su lado y este le indicó seguir el camino del sendero para la Aldea Aguaclara. Por supuesto que ella no dijo nada, pero dentro de ella quería saber que tanto habló con el maestro Diluc y como eso beneficiaria la misión impuesta por Jean.

De un momento a otro Kaeya río, la castaña estaba confundida pero su capitán simplemente hizo eso imaginando la reacción de ella. Fue así como constaba esperar el sol de la mañana y al viajero en aquella taberna para comenzar a trabajar en dos planes: uno para la misión de Jean y el otro para saber qué rayos oculta ese libro que posee Diluc.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora