XVIII

5.7K 567 106
                                    

Pasado de Diluc (IV)

La lluvia parecía no querer parar, el cielo se iluminaba duras penas con los relámpagos y los truenos retumbaban las paredes de la bodega. Las velas y candiles no daban lo suficiente para mantener los pasillos iluminados y tampoco proporcionaba el calor que aquella sirvienta deseaba para su amo.

Pasados los cuatro días de que el joven Diluc había partido a Liyue, el dueño del viñedo cayó en cama sin posibilidad de poder levantarse. La movilidad de sus piernas eran nulas y el dolor punzante en su pecho lo torturaba horriblemente. Nada lograba calmar ese dolor.

Las puertas de madera se escucharon al igual que el crujir de los pasos apresurados de Diluc hacía la habitación del hombre. La mujer se levantó sorprendida, presionando su pecho con desesperación y rezando a Barbatos que todo estuviera bien.

—¿Qué pasó? —preguntó Diluc a ella. Resumió lo que pudo mientras esté miraba con lastima al hombre en la cama quejarse. —¿Qué dijeron los médicos?

—No hay para hacer, incluso pidieron ayuda en Liyue pero no pueden venir hasta aquí con la Orden del Abismo en todas partes...

Si bien Diluc estaba al tanto de el comercio de vino en otras regiones, también lo estaba de la salud del Sr. Ragnvindr. Estaba deteriorándose a una velocidad aterradora, todas aquellas ocasiones en las que enfermó eran leves, pero ahora parecía estar a punto de morir. Era deprimente para todos en ese lugar, en particular en esa sirvienta que lo había estado acompañando por un tiempo.

—Debe haber algo, no es posible que no haya nada, eso es ridículo... —espetó Diluc molesto, realmente estaba frustrado por no poder ayudarlo como desearía.

—Hijo, ven... —esta vez la voz era del Sr. Ragnvindr; una voz apagada y rápida que llamó la atención del pelirrojo y de inmediato se acercó a él. —Linda, ¿puedes dejarnos a solas un momento?

Ella aceptó no convencida pero mirar a Diluc la tranquiliza a un poco más sabiendo que estaba en buenas manos, asintió y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella pero quedándose cerca por si sucedía algo más.

El hombre le explicó a Diluc que no se trataba de una enfermedad lo que lo mantenía en ese estado, prefirió que todos creyeran que lo era para no causar gran alboroto entre aquellos que estaban a su alrededor. Decidió decirle eso a Diluc porque se había ganado su confianza en tan poco tiempo, sabía que era un buen chico que había pasado por un infierno para llegar a dónde está y aún así estaba preocupado por él, eso y sin olvidar mencionar que asistía en su nombre a casi todo lo relacionado con el comercio del vino. Incluso ganó que lo llamara "hijo" de forma cariñosa. Existían más razones y es justamente por lo cual hablaría con Diluc de la verdad.

—Prométeme que no le dirás a nadie de esto.

—Lo prometo, señor. Tiene mi palabra. —el hombre sonrió un poco aliviado y teniendo fe en él.

—He estado así por más de 20 años, está es la primera vez que he llegado a un punto muy bajo pero, supongo que lo he estado peor... —pausó un momento tratando de recobrar aliento. —Cuando joven e intrépido como tú, me topé con un Mago del Abismo qué, no se cuál era su propósito, me atacó a mi y solo a mi estando con otros caballeros. Una herida se formó en mi pecho y, con el tiempo, perdí mi Visión.

—¿Qué? —frunció el ceño confundido. —¿Como...?

—Aun no lo sé. Lo que sé es que pude permanecer convida tanto tiempo fue por mi esposa; mi mujer poseía también la Visión pero por alguna razón, ella era especial. Su Visión parecía curarme, parecía que la herida iba desapareciendo tan pronto aparecía de nuevo...

—¿Su esposa fue bendecida dos veces por lo arcontes, señor?

—Si, eso parece —afirmó el hombre. —. Ha pasado un tiempo desde que ella me dejó y falleció al poco tiempo y creo que finalmente he llegado a mi límite.

—¿No habrá forma de saber si alguien también tiene esa Visión? —el hombre negó lentamente y Diluc cerro sus puños con fuerza.

—Intenté por años y no hubo éxito.

—Permítame buscar por mi cuenta, señor. Debe haber alguien, no es posible que solo ella haya sido bendecida dos veces... —insistió tomando su mano. El Sr. Ragnvindr puso su otra mano sobre la que sujetaba Diluc tratando de decirle sin palabras justo lo que el joven estaba pensando. —Por favor.

—No, hijo. No lo hagas, no vale la pena arriesgarse por un viejo como yo. —intentó reír, intentó no esforzarse demasiado y comenzó a toser un poco.

La sirvienta no la pensó dos veces y entró con un pequeño carrito con algunas medicinas. Diluc la miró entrar y decidió irse después de que ella le indicara que debía tomarlas para evitar empeorar.

La noche pasó en vela, sin lograr dormir nada y por supuesto que estaba atento sobre el Sr. Ragnvindr. Por su propia cuenta e ignorando la petición de no hacer nada, se dirigió a la biblioteca del primer piso para encontrar algo de ayuda. La sirvienta por su parte de indicó que varios libros estaban en el ático ya que ella se encargaba de las cosas privadas de aquel hombre.

Las horas pasaron y Diluc aún permanecía leyendo con una tenue luz de vela cuando la mujer entró a verlo con una expresión desconcertada.

—Será mejor que venga, el Sr. Ragnvindr... —no terminó de hablar cuando el joven pelirrojo corrió escaleras arriba hasta llegar a la habitación.

La luz del sol entraba por la ventana, el cielo parecía ser inocente después de la tempestad que cayó toda la noche y sobre la cama, ese hombre de cabello rojo estaba recostado mirando hacia el horizonte. Vio a Diluc entrar y con una sonrisa le dio los buenos días.

—Barbatos aún quiere mantener a este viejo al parecer.

•Nota•

Un recordatorio sobre las Visiones: son dones otorgados a los humanos a quienes los dioses reconocen. Otorgan al portador habilidades elementales basadas en el elemento de su Visión dada. Se dice que aquellos con éstas tienen la posibilidad de ascender a Celestia y alcanzar la divinidad ellos mismos. Se puede decir que son bendecidos por los arcontes.

En esta historia, la Visión especial la poseen quienes han sido bendecidos dos veces por el mismo o por otro dios. El ejemplo que se puede dar es que si Barbatos bendice a un ser, lo puede hacer de nuevo. Si el ser ya fue bendecido, puede hacerlo de nuevo otro dios sin alterar su primera Visión. Si posee Anemo el segundo dios no puede cambiarlo.

Esta explicación servirá para los capítulos posteriores.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora