En la entrada de Mondstandt estaba Jean acompañada de Lisa y por supuesto que también estaba Kaeya. La Gran Maestra asistió hasta la bodega por él al recibir la carta que envío Albedo y con quién hablar sin nada más llegar.
Sora y Albedo estarían al frente, siendo seguidos por los caballeros y como era de esperarse, Diluc no estaba con ellos. Kaeya por instinto lo buscó entre todos, no parecía difícil pues siendo el único de cabello rojo y ropa negra que no vio por ningún lado. En su rostro estaba una expresión de preocupación pura, no podía apartar por completo la vista del puente de Mondstandt aún con la pequeña esperanza de verlo. La mano de Jean tocó su hombro para que prestara atención a ellos.
—El maestro Diluc desapareció hace tres días. Creemos que la Orden del Abismo tiene que ver en esto o, en el peor de los casos, los Fatui. —explicó Albedo.
—Creí que no tenían nada que ver... —la voz de Sora sonó duras penas pensando en la segunda posibilidad.
—¿Habrá manera de saber su paradero?
—Esta lindura posee poderes misteriosos, ¿cierto? —Sora asintió ante eso y Lisa sonrió. —Entonces podríamos ver su rastro elemental.
La pequeña Paimon asintió estando de acuerdo con la idea así como también Sora; sin embargo, Albedo les pidió no apresurarse pues aún no tenían un plan por si llegaban a toparse con algún enviado de la Orden o, en su defecto, un Fatui que los sobrepase.
Kaeya simplemente no participaría en la conversación, no pensaba lo peor, pero de alguna u otra manera sentía que algo malo si estaba sucediendo y no pido evitar sentir culpa. Pensó en que tal vez debió pedirle a Diluc que no fuera, al final de todo sabía que lo estaba curando. No le importaba demasiado si dejara de ser caballero, cuando en su momento sintió que era lo único que tenía, Diluc cambió su forma de ver lo que tenía realmente.
Jean parecía ser la más preocupada por él, pero debí estar al tanto de la situación que ocultárselo antes de que haga algo imprudente conociendo a Kaeya desde hace un tiempo.
—¿Capitán? —llamó Albedo a Kaeya. —¿Podemos contar con usted está vez?
—¿Conmigo...?
—Así es, puede ser que la escencia que posee por la herida esté aún en el maestro Diluc, ¿me equivoco? —Kaeya giró su cabeza, sabía exactamente a qué se refería con eso y no encontraba palabras para decirle estaba en lo cierto. —Tenemos una pista más, si no fuese por eso no estaríamos de regreso. Seguir el rastro será más sencillo.
—¿Es seguro? —preguntó Jean.
—No lo será para el Capitán ni para Mondstandt si no es ahora. El maestro Diluc posee la Visión especial para curar la herida. Sin él, sin el Capitán Kaeya y sin los demás caballeros que puedan tener esa cosa, sea lo que sea que la Orden del Abismo tenga, terminaremos por dejar Mondstandt desprotegido.
Palabras muy duras salía de Albedo y, por cruda que sea la verdad, debían intentarlo.
Tres días habían pasado ya, el camino sería muy largo si es que quería llegar a dónde Diluc pues ahora estaba en las entrañas de ese laboratorio; abandonado y oscuro.
Estaba retenido, logró neutralizar su Visión con alguno de esos sueros tan extraños que poseía. Lo mantenía custodiado por dos Fatui, ambos parecían ser bastante fuertes y que no despegarían la vista de Diluc ni por un segundo. La risa de Dottore se escuchaba en un eco, haciéndola aún más molesta para Diluc quién estaba cansado de escucharlo hablar cosa sin sentido y parlotear en voz alta, tratando de no verse intimidado aunque de vez en cuando si lograba sentirse así.
—¿Qué debería hacer contigo? ¿Debería hacerte sufrir lenta y dolorosamente con los sueros? —murmuraba acercándose a él, obligándole a levantar la mirada. —Si te quedas dormido no es divertido.
—¿Qué quieres de mí?
—Todo. —respondió ampliando esa sonrisa retorcida detrás de la máscara. —¿Sorprendido? Solo quiero usarte de pruebas, ¿recuerdas a todos esos que traje de Mondstandt? Bueno, ahora están tres metros bajo tierra.
—¿Te hace sentir orgulloso? —habló entre dientes. Escucharlo reír lo hacía ya lo suficientemente molesto, pero burlarse de esa manera de tantas personas a las cuales asesinó a diestra y siniestra lo hacía peor.
—Que decirte, me gusta jugar y creo que toca hacerlo contigo. Ese que llaman Kaeya se logró escapar.
Escuchar el nombre lo hizo mirarlo, notablemente sorprendido que envío esa sensación a Dottore.
—¿Que hiciste? Dime. —ordenó ahora realmente molesto.
—Ahora te interesa. Bien, supongo que no pierdo nada contándote cuando probablemente también llegues a morir. —se encogió de hombros dándole la mínima importancia a esas palabras. —¿Te gustan las historias?
—Habla o juro que te haré cenizas...
—Agresividad, con que con eso te escudas cuándo eres un cachorro asustado, ¿cierto? —volvió a burlarse. —Había una vez, un idiota pelirrojo, no eres tú, pero se parecían en lo idiota. Ese pelirrojo intentó robarse mi victoria al enfrentarse a Ursa, así que usando a mis queridas marionetas de la Orden del Abismo probé en él un pequeño hechizo. ¡Salió de maravilla! Mondstandt tiene una deuda conmigo por derrotar a Ursa y ese idiota terminó en convertirse en el dueño de un viñedo. Aburrido. El resto lo sabes, ¿no es cierto? El incendio del viñedo fue obra de mis marionetas porque estaba harto de saber que ese pelirrojo viviera cuando intentó quitarme mi victoria y, de pronto, apareciste tu.
—¿Tú? ¿Tu asesinaste a Crepus Ragnvindr?
—Asesinar suena horrible —hizo un gesto de desagrado. —, pero no estás equivocado.
—¿Qué tenemos que ver Kaeya y yo en ese asunto? Yo fui adoptado por Crepus Ragnvindr, pero Kaeya... —mencionar el nombre del menor fue difícil para él.
—Lo de ese caballero es fácil de contestar: se entrometió. Tiene una extraña conexión con el viajero con el cual no puedo esperar para tenerlo en mis manos... —aquello su tonó se tornó más sádico de lo normal. —Ese tal Kaeya se metió dónde no lo llaman y ahora probablemente muera, admito que lo quise para hacer experimentos, pero quería al hijo de Crepus. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Esa humillación me ha estado persiguiendo y no dudé en hacerte pagar.
La información que Diluc estaba escuchando era demasiada. Aún no entendía del todo que estaba pasando y la idea de que se tratara todo de una venganza no entraba por completo.
—Venganza... Con que de eso se trata todo esto, eres patético...
—Admito que matar a Crepus fue algo que no estaba en mis planes, pero puedo disfrutar la venganza matando a su hijo biológico. Ups, ¿dije de más? —los rubíes de Diluc se abrieron y su mente se nubló por completo. Quería pensar que era mentira; sin embargo, los ojos color sangre de Dottore por alguna razón le indicaba que no era mentira. —De los dos tu eres el más patético.
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redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)
Fanfiction《❝ El maestro Diluc, dueño del Viñedo Amanecer, ha permanecido en boca de los ciudadanos de Mondstandt por tanto tiempo que circulan rumores sobre su nivel en el reino. Sin embargo, uno en particular ha despertado el interés en más de un individuo:...