XXVIII

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Pasado de Diluc (V)

No había esperanza alguna de que su esposo volviera pronto. Había partido hacía Inazuma y la espera se hacía cada vez más y más larga sientiendo como la soledad estaba sobre esa mujer.

No mucho después de que se fuera, supo que esperaba un bebé a fruto de su amor, o del amor que alguna vez hubo en su matrimonio. Tenía esperanza de que la llegada de ese bebé fuerza lo que los uniera y que su esposo dejara de lado esa obsesión suya de ganar mucho más dinero del que ya tenían.

Una vez llegó y le dijo la noticia este le pidió no tenerlo. Así esa dulce mujer quedó desgastada.

Soportó lo que pudo, quedándose a su lado y siendo su esposa solo cuando él la necesitaba. Llegado su límite se fue, escapó de esa mansión lo más lejos que se pudo permitir sin llevar nada más que la ropa que llevaba ese día pues todas las prendas habían sido compradas por el hombre que amó alguna vez.

No se trató de algo tan importante para él, pensaba en encontrar a alguien más que se encargará de curar esa herida en su pecho tan extraña. Sabía que ella tenía algo especial, pero jamás pensó que de verdad lo era tanto para curar una herida tan extraña como esa después de enfrentarse con los Caballeros de Ordo Favonius. Comenzando también con una investigación para encontrar a alguien como ella.

Por otro lado, la mujer odiaba cargar con el apellido Ragnvindr. Sería un recordatorio de un amargo matrimonio fallido y como si fuera poco, su hijo también sería la viva imagen de su padre contando con cabello y ojos rubíes potentes. Criando sola a su pequeño hijo hasta que, por cosas de su mala alimentación y sobreesfuerzo, terminó enfermando.

Una vez su pequeño cumplió los cuatro años de edad su madre emprendió un viaje sin rumbo para dejarlo en un orfanato sabiendo que no duraría mucho tiempo en la misma situación.

Ese pequeño niño mantenía una expresión muy seria, demasiado para un niño de su edad y es que constantemente vivía con las palabras de su madre en su mente. Ella odiaba el color de cabello y ojos de su hijo, odiaba verlo y recordar el matrimonio fallido que tuvo. Odiaba a morir a su propio hijo.

A consecuencia de eso, ese niño también lo odiaba y se odiaba a su corta edad.

Al llegar al orfanato, las mujeres que eran las encargadas del lugar desconocían en absoluto la relación de la mujer y el pequeño con Crepus Ragnvindr. Así fue como el niño terminó tomado de la mano de una de las amables mujeres viendo cómo su madre huía de él para nunca más volver a verla y de inmediato supo que su existencia era un mero error, que poseer ese color rojo en su cabello y ojos provocó que su madre lo abandonara.

—¿Tienes nombre, pequeño? —preguntó una de ellas, viendo como el niño dudaba en decirlo. Sin mirarla, fijando su vista en el camino que lo llevaban finalmente habló.

—Diluc.

Pasó sus años en ese orfanato olvidando por completo a su madre, olvidó su rostro, olvidó cuál era su nombre, olvidó el nombre de su padre con el cual ella espetaba con odio cada vez que Diluc preguntaba por su paradero... Pero jamás olvidaría el odio que poseía por el color rojo. Ese odio era alimentado aumentaba conforme fue creciendo.

Después de que cumpliera los catorce años fue un misterio hasta convertirse en el Diluc que todo Mondstandt conoce y sigue creando rumores.

Por cosas del destino se reencontró con ese hombre, ambos completamente ignorantes de la verdad. Ignorantes de que si compartían un lazo sanguíneo tan fuerte que los hizo reencontrase años después. Crepus Ragnvindr adoptó a Diluc sin saber que se trataba de su verdadero hijo y en el testamento de su muerte le pidió que acogiera ese apellido, que lo portará con orgullo porque sabía que Diluc era el único capaz de sobrellevar el viñedo y estaba seguro que hacía un trabajo excelente después de observar el potencial en él estando al mando de los Caballeros de Favonius y prestando su ayuda voluntaria en el viñedo.

El viñedo no era lo único que dejó para el pelirrojo, las notas de la escala investigación sobre esa herida extraña estaban ahí al igual que un misterioso libro rojo. Un libro que había recibido en uno de sus viajes por unos hombres con máscara, no sabía demasiado de ellos, solo sabía que provenían desde un lugar muy lejano dónde la Arconte Cryo era venerada.

Ese libro estaba vacío. Sus páginas estaban en blanco. Una vez en manos de Diluc fue cuando comenzó todo.

Llamando la atención de muchos, los curiosos se morían de ganas por descubrir que había ahí, si realmente existía. Y ahí también fue donde Kaeya tuvo que firmar parte indirectamente después de la muerte de su padre en la que el pelirrojo estuvo involucrado directamente.

El pasado y la verdad de Diluc estaba a punto de serle relevada por quien menos pudo haberse imaginado. Esperando impaciente por él usando solo de marionetas a los Magos del Abismo.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora