Habían pasado tres días, tres días en los cuales pasó la mayoría del tiempo en el segundo piso de esa taberna bebiendo con la mirada de preocupación del cantinero puesta en él de vez en cuando. La noche del tercer día cayó, la lluvia hizo ver el panorama mucho más apagado que de costumbre y también el que hubiera menos gente en el lugar se agradaba un poco más.
—¿No piensa irse hoy tampoco?
Kaeya al escuchar esa pregunta no pudo evitar reír, con el alcohol en su sistema el dolor punzante de la herida apenas y la podía sentir. Un suspiro se escuchó detrás de él y recostó su cabeza sobre la mesa cubriéndose el rostro con ambos brazos para, probablemente, dormir ahí después de haber tomado de nuevo.
La puerta de la taberna de escuchó, los pasos se hacían cada vez más fuertes subiendo las escaleras de madera y también se percató de esa presencia casi de inmediato. Levantó la mirada duras penas, veía un poco borroso por efecto del alcohol y sus emociones estaban mezcladas, la manera en como recibió a Diluc quedaba a libre interpretación. Aunque para el contrario solo le parecía una escena triste.
—Oye, ¿qué rayos haces? —dijo el pelirrojo cruzándose de brazos. Kaeya volvió a reír, está vez ya por fin reconociendo a Diluc a su par portando ese inconfundible atuendo negro.
—¿Qué hago? ¿Tú que haces? ¿No tienes una ciudad a la cual venderle tu alma o algo así?
—Un idiota está bebiendo a morir en la taberna con una herida desconocida que se comporta como un niño, tengo cosas que hacer primero.
—Si, si —respondió de mala gana girando su cabeza para no verle. —. Juega al héroe en otro lado.
No dijo nada, llevó una de sus manos a su cabello apartando mechones de su vista y pensó más de dos veces en su debía sentarse a observar a esa pobre alma en pena o irse. Decidió la primera opción y se sentó estando frente a él, de lo que podía portar en su ropaje, dejó que el sonido del libro hiciera su magia en Kaeya. Funcionó.
Movió su cabeza mirando a Diluc y después el libro en la mesa, gruñó disgustado por el molesto sonido que causó el objeto pero de alguna manera u otra algo dentro de él lo hizo reaccionar. Como si su espera hubiese terminado ahí, así de fácil y como si se tratara de un mal sueño frente a él estaba un libro con un color similar a los ojos de Diluc.
—¿Esto querías? —preguntó después de un largo rato el pelirrojo. —No sé que quieres ganar con esto pero si tanto te interesa, aquí está.
—No, no puede ser así de fácil...
—Si puede —su dedo índice tocó el libro unas cuantas veces. —, tómalo y deja de comportarte como un niño. No estás en posición de estar aquí y, por lo que veo, haz descuidado tu herida.
—No creas que porque estoy borracho no puedo darme cuenta de que es un timo —insistió Kaeya volviendo da soltar una risa, su risa hizo un extraño eco en el lugar ya que solo estaban ellos solos ahí. —. Ya, déjame en paz.
—Deja de ser un mocoso engreído, Kaeya. Vas a morir si sigues así.
—¿Y a ti eso que te afecta? Maldita sea, viniste a burlarte de mi... Me voy.
—No irás a ninguna parte mientras yo esté aquí, Kaeya —ese fue un tono diferente, su voz sonaba como si intentase ser gracioso al mismo tiempo que ese tono de soberbia lograba predominar ligeramente. Kaeya se incorporó cubriendo su boca al sentir la sangre correr por su labio inferior al morderlo. —. Es momento de contarte un cuento antes de dormir.
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redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)
Fanfiction《❝ El maestro Diluc, dueño del Viñedo Amanecer, ha permanecido en boca de los ciudadanos de Mondstandt por tanto tiempo que circulan rumores sobre su nivel en el reino. Sin embargo, uno en particular ha despertado el interés en más de un individuo:...