XXXIV

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Solo pasaron dos días. Dos días en los cuales no hubo ni un momento en el cual Kaeya no experimentara dolor. Según palabras del mismo Albedo, ya solo sería cuestión de tiempo para que no pudiese moverse.

Aún podía moverse de manera lenta aunque eso le costara demasiado. Su terquedad parecía aliviar un poco el dolor, pero no era suficiente para mantenerse en pie tanto tiempo y necesitar la asistencia de otros lo hacía sentir inútil.

Albedo y Sora se habían rendido al tratar de mantenerlo sin movimiento resultándoles imposible lidiar con él. Kaeya mil veces les repitió enfocarse en la misión y no en él que al final decidieron hacerle caso.

El Fatui parecía haberlos guiado al lugar, en realidad se trataban de unas ruinas desde la Guerra de los Arcontes juzgando por las marcas en la rocas. El sello que protegía la entrada directa al laboratorio era fuerte, también se trataba de algo desconocido para todos los caballeros ya que en sus vidas podrían presenciar un sello de ese nivel. Definitivamente se trataba de obra de un ser que conocía secretos de la Orden del Abismo.

—Ese loco usó el Engaño... —murmuró llamando la atención de Sora. Conocía el Engaño pero no sabía que tal poder también podía combinarse con la maldad que emanaba el sello.

—Es un sello normal y corriente que al combinarse con un tipo de energía se vuelve muy complicado de romper. —concluyó Albedo desde su distancia considerable del sello.

—Hay escencia de Diluc dentro. —los presentes al escuchar al joven viajero asintieron para dejarle todo en manos al onceavo de los Fatui.

—¿Lo puedes romper?

—No se los puedo asegurar, que sea un Fatui no quiere decir que conozca todos los trucos de los otros. Además, si lo hago es más probable que los Guardianes despierten. ¿Quieren correr ese riesgo? —explicó con una sonrisa burlona en sus labios.

—Ya llegamos hasta aquí —la voz de Kaeya se escuchó detrás de ellos. Parecía estar bastante mal, estaba siendo sujetado por dos caballeros para mantenerlo de pie. —. Unos Guardianes no son nada, ¿no es así?

—Capitán, es un idiota... —murmuro Albedo riendo antes ese comentario. —Haz lo que sepas hacer.

—Será un placer.

Tal y como se había previsto, al romper el sello varios Guardianes de las Ruinas comenzaron a activarse. El ruido de estos al hacerlo también activó los cientos de engranajes que estaban en el laboratorio, haciendo ruidos del metal corrosivo sonar de forma horrible y de manera insoportable para quienes se encontraban dentro.

Tan los Fatui a cargo de Diluc como Diluc parecían estar aturdidos por el sonido del metal. Diluc hasta ese momento habría recobrado un poco el conocimiento y escuchar el alboroto le molestaba al punto de no soportar de que su cuerpo quería rendirse de nuevo debido al dolor de cabeza por todos esos sueros que recibió los últimos días. Así también, los gritos de Dottore que eran de locura cambiaron a ser de que estaba muy molesto con la lentitud a como actuaban los Fatui ante el alboroto afuera.

Dottore pese a estar molesto, una sensación de éxtasis lo recorría. La emoción de tener a los Caballeros de Ordo Favonius luchando contra Guardianes de las Ruinas y pronto se estarían enfrentando ante una docena de Fatui lo embriagaba. Rápidamente fue hasta donde el pelirrojo, obligándolo a levantar la mirada una vez más solo para asegurar que seguía despierto, la sonrisa detrás de la máscara se hizo mayor y lo soltó con brusquedad para después reír.

—Llegaron los invitados especiales.

—¿Kaeya? ¿Vino con ellos? —musitó el pelirrojo.

—Por supuesto, no sería divertido sin tu novio aquí. Aunque por lo que puedo ver, ni siquiera puede mantenerse de pie, que miserable.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora