V

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Su cara era un poema al escuchar de varios caballeros el que Diluc lo había llamado a quedarse en la bodega del viñedo. No puedo preguntar a qué se debía esa extraña invitación y la emoción en el chillido de Amber lo sacó de su shock.

–¿Será que el maestro Diluc quiere hablar con usted? –se preguntó ella a la par. El mayor negó sabiendo que no se trataba de algo así, no cuando conocía a Diluc tan bien.

–Tengo un mal presentimiento sobre esto.

Concluidos sus labores de caballero y ayudar en lo máximo posible a Jean durante ese día, emprendió su camino hacia la bodega aun tratando de comprender cuáles eran las intenciones del mayor. Su mente no estaba tranquila recordando los momentos que pasó a su lado en ese lugar cuando niños y como ahora el mayor no podía soportar verlo demasiado tiempo sin ponerse de mal humor o, en el peor de los casos, explotar en un ataque de ira.

La jefa criada lo recibió estando en la misma situación que Kaeya: confundida. No iba a ponerse en contra de Diluc por el respeto que le tenía y porque básicamente le permitía quedarse, un trabajo y una casa al mismo tiempo en la bodega.

–Pidió ir a la oficina en cuanto llegara, la chicas y yo nos encargaremos de darle un buena estadía, Capitán Kaeya.

–Dime solo Kaeya, Adeline. Que sea capitán no quiere decir que me trates como tal. – le sonrió dulcemente provocando en ella un sonrojo. Ante sus ojos, Kaeya era encantador.

Y de nuevo estaba frente al pelirrojo, ambos solos en esa habitación a alta horas de la noche. Los ojos color sangre del mayor lo miraron y pudo notar ese brillo tan característico que poseían esperando que le diera la razón de su repentina invitación u orden, como creía en un principio.

–Te quedarás en observación aquí, Kaeya. Esa herida puede que sea mucho más que solo eso.

–¿Qué? –estaba confundido. –Por favor, ¿desde cuándo eres tan dramático? Es solo una herida superficial como te dije antes.

Diluc río sarcástico. De las únicas veces que pudo escuchar esa risita, el menor podía adivinar que no precisamente estaba siendo gracioso. Bueno, a vista de cualquiera, nunca lo era.

–¿Podrías dejar a un lado tu personalidad tan molesta? Kaeya, esto es serio. No sabemos lo que te puede ocurrir –se detuvo luego de darse cuenta de sus últimas palabras, apartó la vista de él y se aclaró un poco la garganta. –. Por la seguridad de Mondstandt te estoy ordenando quedarte aquí.

–No voy a morir tan fácilmente, eso lo sabes.

O eso quería creer. Diluc no volvió a mirarlo de nuevo, le pidió que revisara las notas del escritorio con detenimiento y obedeció sin muchas ganas. Leyó visualizando esos dibujos y notas escritas en tinta negra, prestando atención en los dibujos pudo percatarse de uno en específico y a su memoria llegó haber visto en particular a ese Mago del Abismo tipo Pyro. De su boca salió un pequeño gruñido sin entender a qué se debía que viera esas viejas notas.

–No estoy seguro, pero si ese Mago en realidad se topó contigo, es cuestión de tiempo para que tú habilidad elemental desaparezca por completo.

Kaeya se sorprendió demasiado, no quería creerlo, pero si eso llegara a ocurrir; dejaría de ser caballero para siempre y no podía aceptarlo. No cuando sentía que por fin tenía el reconocimiento que merecía.

–No, no puede ser.

–Si dejo que sigas utilizando tú habilidad, se expandirá y terminarás perdiéndolo aún más rápido. Entiende que necesito que te quedes aquí; si los caballeros se enteran se irán y sabes perfectamente la situación; tenemos muy pocos caballeros en servicio. La información es nula, necesitas estar en constante observación.

–¿Qué hay de Lisa o Bárbara? Ellas pueden ayudarte, ¿no es así?

Diluc negó. No era un asunto que se resolviera con posiciones o con medicamentos así de fácil, se trataba de algo más grave de lo que había imaginado y no disponían opciones por el momento para Kaeya. El menor llevó una mano a su cabeza bastante desconcertado mientras que el pelirrojo aún mantenía la vista en cualquier otro lugar menos en Kaeya porque no sabía cómo ayudarlo de manera emocional.

–Seguiré investigando. Sora y Amber se encargarán de tu misión. –concluyó caminando hacia la puerta con la intención de dejarlo solo, era la único que podía hacer.

–No te vayas –lo llamó de repente y se detuvo. –, por favor. Si me dejas solo probablemente haga una locura.

No iba a negarle esa petición, lamentaba en cierta manera lo que le ocurría y, por ende, cumpliría con quedarse a hacer compañía sin decir una sola palabra más, no hasta que la información fuera suficiente.

–Me quedaré.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora