XXXIX

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Ambos finalmente había recuperado sus Visiones y habilidades después de pasar por un riguroso procedimiento a menos de Albedo y el equipo de investigación. Con esto, se podría decir que las cosas ahora volvían a ser como antes excepto por el tema de tener ausente a Jean.

El mismo día en el cual la buena noticia llegó a sus oídos, Diluc decidió finalmente terminar con el peso en sus hombros: haría cenizas el pasado de una forma literal teniendo a Kaeya a su lado.

El menor al escucharlo aceptó sin rodeos pues sabía que si era la única manera en la cual Diluc pudiese sentirse aliviado después de tanto tiempo, lo ayudaría a pasar por el proceso sin importar nada.

El cielo pintaba tonos anaranjados, violetas y rosados mientras que el sol apenas era visible entre las montañas. Pasó tiempo en el cual la paz que le provocaba esa vista se hizo presente y el sentimiento de nostalgia lo inundó al punto de querer soltar en llanto en su lugar. Kaeya se percató de esto, leyéndolo a la perfección detrás de ese rostro inexpresivo y su mano tomó la contraria diciéndole sin la necesidad de palabras que todo estaba bien ahora y había que continuar.

Estando en la cima de la montaña más cercana al viñedo, Diluc había colocado sobre una pequeña pila de ramas y madera ese libro que cargó por tanto tiempo consigo. Aún estaba ese repudio, no resultaría tarea sencilla olvidarse del odio que sentía hacía ese libro maldito y hacía si mismo, no significaba en su totalidad que ese problema se haga resuelto así de fácil, lo que hacía solo era un pequeño paso. Al cabo de unos instantes en los cuales suspiró y meditó ante la curiosa mirada del menor a su lado; chasqueó los dedos y la chispa se convirtió en una potente llama.

Ambos se sorprendieron un poco al notar el cambio de color en la llama al cabo de un par de segundos, indicando que el libro estaba liberando la energía que poseía y la representaba tan bien en esa llamarada rojiza intensa.

Diluc apartó la mirada y cerró sus ojos. Kaeya por su parte decidió mirar hasta que el mayor a su lado deseara irse. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, inconsciente de esto se mantuvo hasta que las llamas se extinguieron y su agarre al mayor lo hizo reaccionar. Las cenizas se alejaron con el viento al soplar en su posición, perdiéndose en este y dejando a ambos en su lugar bajo el firmamento de Mondstandt.

—Gracias por quedarte a mi lado. —Diluc sorpresivamente fue el primero en romper el silencio.

—Estaré todo el tiempo que sea necesario.

—Si te quedas para siempre sería perfecto, ¿podrías?

No pudo evitar reírse. A su opinión, esa fue una petición que cumpliría aunque no se lo pidiera porque después de todo lo que tuvieron que pasar ambos, sería tal vez lo mínimo que merecían.

—Para siempre es un tiempo muy largo, pero no me importaría pasarlo a tu lado mientras no te canses de mi.

Aún hacía falta tiempo para que Diluc aceptara el hecho de que Kaeya lo ama por ser él mismo. La espina que su madre incrustó en Diluc con ese odio indescriptible estaría molestándole con cada día que pasara y, por supuesto que Kaeya lo sabía. Tuvo la suficiente paciencia para aceptar que todo esté tiempo necesitó del mayor en su vida que haría lo imposible para que aceptara sus rubíes y el cabello que lo volvían completamente loco.

—Regresemos, las sirvientas deben estar esperando.

—Esta bien. —asintió Kaeya. Quiso darse la vuelta para caminar, pero el agarre de Diluc no se lo permitió y confundido lo miró. —¿Diluc?

—Una vez lleguemos no podré hacerlo, así que déjame disfrutar el momento.

Su mano contrario lo tomó sin miedo alguno y lo atrajo a él para besarlo. Kaeya no se negó, también se encontraba lidiando con una ligera abstinencia ya que no se podían permitir aún el demostrarse pequeñas muestras de amor frente a los empleos del viñedo y tampoco en sus labores dentro de Mondstandt. Ninguno parecía molestarse con eso; sin embargo, la dependencia era mayor y sus deseos se intensificaban.

Las manos de Kaeya por costumbre fueron hacia el rostro de Diluc y ahora la mano libre del contrario llegó a su nuca solamente a intensificar y profundizar la danza de sus lenguas en medio del beso. Kaeya en ese punto podría derretirse al sentir el tacto de Diluc siendo delicado con él pese a ya no poseer la herida que provocó en su mayoría problemas a la hora de estar en contacto, pero que las riendas eran tomadas por Diluc cuando la noche caía y ambos estaban dispuestos a demostrar lo mucho que se habían extrañado y necesitado a lo largo del día.

Separase a falta de aire hacia reír a Kaeya y su sonrojó se hacía más notable contagiando a Diluc también.

Una vez llegaron a las puertas de la bodega serían recibidos por la jefa criada quien parecía haberlos estado esperando sola. Verlos a ambos caminar a lado del otro mientras conversaban simple y sencillamente llevaban a la mujer de alegría.

—¿Nos has esperado por mucho tiempo? —ella negó y sonrió apenada al tener a ambos frente a ella.

—Me pediste cuidar de ambos y eso es lo que hago. —Diluc río al recordar aquello.

—Tienes razón, siempre lo has hecho.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora