III

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Pasado de Diluc (I)

Gruñó por lo bajo al escuchar su nombre por segunda vez por parte del Padre. Pasó al frente sosteniendo su maleta y portando un odioso traje obsequiado por las monjas del lugar para después caminar a la par de una de ellas hasta la salida del orfanato.

–Te vamos a entrañar, pequeño. Qué el viento te acompañe. –se despidió la monja del pelirrojo, este asintió sin responder nada y caminó hasta llegar a dónde el Padre quien lo llevaría a su destino.

–Miente. – dijo entre dientes y siguió su camino.

Tan pronto sus pies tocaron fuera del lugar, el aire que respiraba era tan placentero de entrar por sus pulmones y suspiró para después mirar hacia su camino. La mano del Padre apretaba considerablemente la suya lo cual le causaba cierto conflicto, pero no sé atrevía a mencionarlo.

Para su desgracia, sería un camino bastante largo de dos días al paso al que iban. La carreta que los llevaría estaba dando sus últimas al igual que el pobre semental, bastante enfermó y viejo. No eran precisamente las mejores condiciones, pero no le importaba demasiado cuando sabía que su destino sería mejor que aquel odioso orfanato.

La noche cayó pronto, faltaba la mitad del camino y estaban ciertamente en medio de la nada con el riesgo de que cualquiera pudiese terminar con sus vidas y nadie encontraría sus cuerpos. El pelirrojo sabiendo esto, había tomado sus precauciones y debajo de su ropa, la cual utilizaba de almohada debido a que era mejor que dormir en la madera de aquella carreta, colocó un objeto parecido a una pequeña navaja o cuchillo solo para estar seguro. El Padre por su lado, decidió dormir sentado a un lado del menor, sintiendo la presencia, el pelirrojo se dio la vuelta y trató de dormir con la tenía luz de la gastada vela.

Hacía frío y ese ridículo traje lo hacía aún peor. Se abrazó a si mismo intentando calentarse sin mucho éxito.

Decidió levantarse para darse la vuelta, pero sintió la presencia del Padre más cerca y de inmediato intento apartarse. El olor del licor que desprendía lo sorprendió, no había pasado mucho tiempo en que se acomodó cuando ese olor contaminaba el espacio reducido para ambos.

–Toma un trago de vino y verás que dormirás como un bebé. –acercó la botella al pequeño. Lo miró confundido. Negó y el viejo río ebrio.

–¿Qué tan bueno es el vino?

–Tienes que probarlo para darte la idea, mocoso –de nuevo acercó la botella y Diluc la tomó no muy convencido. –. Bebe.

El menor hizo caso, hizo un gesto que hizo reír de nuevo al viejo y Diluc le regresó la botella tratando de olvidarse del sabor. No era malo, pero le hacía falta algo a su parecer.

–¿Puede alejarse? Su olor no me deja dormir.

–¿Eh? ¿Te molesta el olor? –se burló acercándose a propósito al menor. El pelirrojo se movió un poco pero el Padre dejó la botella a un lado junto a los demás licores para dejar que se derramaran sobre la carreta prestando su atención al menor. –Vamos, pequeño. Si estás junto a mi puede que incluso te guste el licor.

Justo después de decir aquello, tomó a Diluc de una de sus manos y lo llevó a él limitándose por completo el movimiento de la parte superior de su cuerpo. La mano libre del viejo viajó por debajo de ese traje tocando el estómago y pecho el pelirrojo. No podía gritar, por alguna razón no podía hacerlo y sentía tanta impotencia que sus ojos pronto comenzaron a llenarse de lágrimas en su lucha de salir del agarre.

La mano del Padre pronto fue hacia su pantalón y comenzar a desabrochar el pequeño botón. Diluc movía sus piernas sin mucho que hacer para evitar que continuará.

En una de sus patadas, la vela cayó a la madera y constó unos segundos en que causará reacción el licor con el fuego. El chillido del semental por fin logró que prestará más atención al incendio que a Diluc, el menor con miedo y temblando se movió hasta donde estaba el objeto punzante tomándolo con ambas manos en lo que el viejo Padre intentaba calmar el fuego con sus ropajes.

El pelirrojo no pensó dos veces y se lanzó contra el contrario logrando herirlo en su estómago haciendo que cayera a un lado del fuego, el menor soltó el objeto y pronto se alejó aun tratando de comprender que estaba sucediendo y tan pronto vio sus manos manchadas de sangre, su mirada cambió a no entender absolutamente nada a un shock total.

Los chillidos del animal afuera lograron hacerle salir de su transe por un breve momento y miró como el viejo Padre pedía su ayuda apenas audible por la herida. Diluc salió dejando todo lo que estaba ahí y corrió lo más que pudo en dirección acordada sin poder mirar atrás por un segundo, yendo a un costado del sendero y por fin ocultarse detrás de un gran árbol.

Cómo pudo pasó la noche ahí, muriendo de frío y con sus manos y piernas temblando además de sollozar.

En su mente estaba la idea de que había asesinado a aquel viejo y fue lo más placentero que pudo haber experimentado. Sus manos manchadas le daban entendimiento; asesinó a un hombre malo y se sintió bien. Sin embargo, el color rojo de la sangre le provocaba náuseas y no solo por el simple hecho de ser sangre, evitaba verlas, pero simplemente su mente le jugaba querer hacerlo.

Pasar la noche fue complicado, aunque más complicado fue no poder salvar al animal que lo llevaba. Por eso, regresó tan pronto el sol comenzó a salir y observó sin expresión la carreta en carbón, el cuerpo del viejo irreconocible a unos pocos metros significando que quiso escapar, pero el fuego lo consumió por el licor y al semental entre cenizas.

–Lo siento. –dijo en despedida hacía este después de recubrir lo que quedaba con algo de tierra de los alrededores y colocar una flor sobre esto. Juntó sus manos y le deseó paz. Junto al animal, enterró el objeto punzante lo más profundo que sus manos le proporcionaron y con un nudo en la garganta; caminó sin rumbo.

Los días pasaron y los rumores en la iglesia no se hicieron esperar y pronto, el viejo Padre fue un amargo recuerdo.

Declararon a Diluc por órdenes de la iglesia como posiblemente muerto, después de encontrar el cuerpo del viejo Padre.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora