《❝ El maestro Diluc, dueño del Viñedo Amanecer, ha permanecido en boca de los ciudadanos de Mondstandt por tanto tiempo que circulan rumores sobre su nivel en el reino.
Sin embargo, uno en particular ha despertado el interés en más de un individuo:...
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Los recuerdos de todos los sucesos se sentían como hacía apenas unas semanas cuando ya casi se cumplía un año al igual que su primer aniversario. Kaeya no olvidaría tan fácilmente por lo que se tuvo que pasar para la vida tranquila que tenía ahora junto al pelirrojo.
Aún seguía sin creer que ya estaban comprometidos y que todo Mondstandt asistiera a la ceremonia. Recuerda haber pasado el mayor momento de vergüenza en su vida al observar a tantas personas presentes cuando dijo sus votos y que agradeció en sus adentros el que Diluc haya sido quien lo atrajera para besarlo pues estaba paralizado por el nerviosismo y la vergüenza hasta que sintió la calidez del pelirrojo y olvidó lo que le atormentaba. Después de eso todo dio un giro, Diluc decidió volver a comprar la mansión de Crepus Ragnvindr la cual vendió cuando esté murió a petición del mismo Crepus y que al final por decisión de ambos ahí sería dónde vivirían mientras que cada uno tomaba su cargo y asuntos.
Diluc por su lado seguiría administrando el viñedo como lo hacía desde siempre, no involucrándose directamente, pero lo hacía al estar presente en la bodega e incluso están en su taberna. Kaeya por el otro lado dejó de ser capitán, por tanto tiempo supo que ese puesto siempre fue de Diluc y que sería cuestión de tiempo para que se fuera y así fue, desempeñaba papeles bastante normales como Caballero de Favonius a lo que Jean estuvo de acuerdo después de todo. Así que cuando no había la gran cosa por hacer, regresaba a la mansión a hacer cualquier cosa o incluso a pasar el rato con Diluc si es que no estaba tan ocupado.
Verle juntos era tan cotidiano. Literalmente pasar tiempo sin el otro significaba extrañarse y pensar en el otro a cada momento hasta poder verse. La señorita Lisa insistía en no parecer un matrimonio a simple vista, pero que a sus adentros morían por demostrarse amor aún cuando ya todo Mondstandt y parte de Liyue conocían del tipo de relación que mantenían.
Conocía a su pelirrojo, sabía que detrás de esas caricias, besos y pequeños gestos en realidad no era del todo feliz. En retrospectiva, Diluc sufrió desde que era un pequeño niño y miles de cosas han pasado desde entonces que no le han permitido tener la vida tranquila que siempre ha querido y deseado. Sin embargo, parecía luchar por el que Kaeya tuviese todo y él sufría en silencio.
Sabía que no estaba bien comenzando por el hecho de que en la bodega y en la mansión no había ningún tipo de espejo además del distorsionado reflejo de las espadas que utilizaban de vez en cuando. Al principio no le vio la gran importancia; sin embargo, entendió que eso fue porque desde que la mansión fue vendida Diluc se encargó de deshacerse de ellos y fue similar en la bodega según las palabras de Connor y la jefa criada.
Para Kaeya, estaba claro que Diluc aún se odiaba y no podía verse de nuevo al espejo sabiendo que los apenas recuerdos de la mujer que le dio la vida vinieran a él para continuar atormentándolo. No tendría fácil el hacerle ver lo que Kaeya veía en él cada día que pesaban juntos, pero al menos quería intentarlo a su manera y así sería, esperaría pacientemente.
