XIX

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De nuevo Kaeya estaba siendo examinado por Albedo está vez en la bodega para comodidad del primero. La habitación estaba llena de personas hablando principalmente por las sirvientas y por supuesto que también estaba Diluc presente a una distancia considerable observando como es que el joven rubio hacía lo que mejor sabía hacer.

Hasta ese punto Kaeya nunca había sentido pena por mostrar parte de su torso cuando estaba en ese procedimiento, pero los ojos de las chicas claro que lo estaban en él y esa sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro aún con un poco de vergüenza pues no estaba acostumbrado a algo así y capaz nunca lo estaría. El pelirrojo ni se estaba molestando en mirarlo, ya conocía el cuerpo del menor mejor que nadie después de explorarlo a su antojo hacía unos cuantos días atrás.

-¿Ha seguido avanzado? -preguntó Kaeya tratando de distraerse. El rubio no dijo nada. Tal vez no era correcto hablarlo frente a todas las chicas literalmente babeando por el capitán frente a él.

-Chicas, retírense por favor.

Cómo si le hubiese leído la mente, Diluc les indicó a las sirvientas salir de la habitación. Soltando un quejido cada una de ellas porque se les había terminado el espectáculo, Kaeya no pudo evitar soltar una risa y sentir lastima por ellas al mismo tiempo que también no las culpaba de no poder disfrutar de esa vista.

-Se lo agradezco, maestro -suspiró Albedo y se aclaró la garganta para seguir hablando un poco más claro. -. No ha habido avance ni retroceso. Esto debería ser normal porque no ha habido pociones de por medio en la alquimia.

-¿Eso es bueno o malo...?

-No tengo idea -esa respuesta tan honesta borró la sonrisa del rostro de Kaeya. -. Aún habrá que seguir investigando. Por ahora será mejor dejar que la alquimia haga su trabajo de mantenerla y esperar si hay alguna reacción.

-Te llamaré si pasa algo. -habló el pelirrojo cruzándose de brazos. Miró la herida un segundo y un pensamiento fugaz apareció tan pronto se fue.

-Hágalo, por favor, maestro Diluc. Capitán, le recomiendo no hacer una tontería -amenazó tomando sus cosas. -. No está en posición de querer salvar Mondstandt.

-¿Por quién me tomas? -se quejó.

-No lo hará mientras yo esté aquí. -confirmó Diluc. El menor gruñó molesto.

-Nada me alivia tanto que escuchar eso de usted -se levantó de su lugar y pasó su mirada por el cuerpo de Kaeya buscando alguna anomalía y la encontró. -. ¿Qué es eso?

-¿"Eso"? -repitió Kaeya frunciendo el ceño confundido. Albedo apuntó a su cuello, cerca de su clavícula del lado derecho y por inercia Kaeya llevó su mano hasta ese lugar.

-Si, parece una reacción alérgica. Déjame ver. -insistió Albedo y de inmediato Kaeya entró en pánico. No se trataba de nada de eso, era una marca que Diluc dejó de aquella ocasión y la cual aún no había desaparecido completamente.

-No hace falta -habló el pelirrojo mirando a Albedo y este lo miró. -, este idiota se fue de la bodega, durante ese tiempo se metió en problemas hasta que lo traje de nuevo aquí.

-Entiendo... -murmuró el joven rubio y con una leve reverencia se marchó. Dejó a ambos solo en la habitación, en particular Kaeya soltó un suspiro de alivio para después mirar al pelirrojo queriendo golpearlo.

-Ugh, eres de lo peor.

-Lo que digas -Diluc se incorporó y acomodó sus guantes dándole la espalda al menor. -. Es listo, seguramente se dio cuenta de que le mentí y lo ignoró. Admito que ese alquimista sabe hasta dónde llegar con sus preguntas.

-¿Qué se supone que le diga después?

-No es mi problema.

El menor hizo un puchero aún un poco molesto y Diluc al estar de espaldas sonrió al haber disfrutado de ver ese rostro de pánico frente al rubio y se marchó dejándolo avergonzado.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora