IV

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–Maestro Diluc, el Capitán Kaeya ha venido a verlo.

La voz suave de la jefa criada se escuchó por el lugar. Los ojos de Diluc ni siquiera se molestaron en prestarle atención cuando asintió, la mujer hizo una reverencia y detrás de ella apareció Kaeya portando un par de papeles que, conociendo la situación, Jean le dio para revisarlos y supervisar la misión tanto de Sora como de Kaeya y Amber.

Por alguna razón que el pelirrojo no entendía, podía sentir la presencia del contrario ligeramente diferente. Kaeya no dijo nada al entrar tampoco, esa sonrisa burlona tan típica de él no pintaba en su rostro.

–¿Pasó algo? Por lo que tengo entendido, tuviste que venir en la mañana. – preguntó Diluc volviendo su vista lo que estaba en primer lugar esperando una respuesta que no escucho. Hubo silencio.

Dejo lo que portaba en ese escritorio, pasando de largo a Diluc e ignorando la pregunta. Obviamente que el mayor de ambos se molestó, no le importaba en absoluto lo que sucedía con Kaeya, pero no iba a soportar el que no respondiera cuando se trataba de una misión. Aceptó tragar su orgullo y quizás, solo quizás, preguntar una vez más.

–¿Te preocupas por mí? —ahí estaba el Kaeya que conocía. Ese tono burlón estaba presente en él como siempre. – No sabía que te interesaba, puedo decirte dónde estoy a cada momento si lo deseas.

–Hablo en serio.

Se dio cuenta también que fingía y no era para nada bueno en eso. Suspiró rendido y llevó su mano al costado del abdomen para soltar un quejido grave logrando captar la atención de Diluc. ¿En serio se estaba quejando del dolor frente a él?

–Salvé a Amber de ser atacada por un par de Magos del Abismo, mis heridas son superficiales pero en específico ésta aún no ha logrado sanar del todo –rio pensando lo patético que se sentía contándole eso. Aun así, tenía fe en que no se burlaría de él y lo tranquilizaba. –. Bárbara hizo lo que pudo.

–Déjame ver.

A esas alturas, la nostalgia inundó a Kaeya como cuando el viento sopla de forma repentina. Ver al pelirrojo a su lado colocando vendas en verdad lo llenó de nostalgia pura del momento que se conocieron y una sonrisa tonta apareció sin mucho que hacer para ocultarla. Por otro lado, Diluc pensaba que era un idiota.

–No es nada.

–Si así fuera no estarías quejándote. No te muevas o te haré sentir dolor de verdad.

–Me fue mejor que otras ocasiones, el gran capitán está perdiendo el toque.

Los ojos de Diluc rodaron por ese comentario tan egocéntrico, nunca iba a terminar de acostumbrarse. Una vez colocó de nuevo la venda en su lugar, se levantó y caminó de nuevo detrás del escritorio para continuar con su trabajo mientras que un curioso Kaeya lo miraba casi esperando que dijera algo con respecto la herida.

Se incorporó cómo pudo y caminó a la puerta despidiéndose muy a su manera. Diluc lo miró con desinterés y después regresó la vista a su trabajo.

La puerta se escuchó cerrar y cerró sus ojos por un momento, abrió uno de los cajones del escritorio dejándose ver lo que parecía ser notas o incluso un par de papeles sin orden. Tomó varios y comenzó a leerlos casi intentando encontrar algo en específico.

Sus manos se detuvieron en una de ellas, recordando perfectamente ahora que Kaeya poseía tal herida que ya había notado algo similar hacía mucho tiempo. Lamentablemente no había información de provecho porque solo eran simples papeles sin relación uno con el otro, su preocupación era nula. Su impotencia, por otro lado, aumentaba.

Kaeya no lo sabía, pero pasó de no tener interés de Diluc a posar sus ojos en lo que haría a continuación. Quién sabe si en verdad se trataba de una bomba de tiempo.

redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora